Generando Corriente ¿Positiva o Negativa?

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Por: Luís Raúl López

Es bien conocido el genial discurso que pronunció Gabriel García Márquez en un congreso de escritores en Caracas en mayo de 1970, tratando de explicar la diferencia que existe entre contar y escribir un cuento. Para ello improvisó una historia que se ha convertido en pieza
legendaria de la tradición oral que todo el mundo la cuenta sin haberla leído. Muchos quieren comprar el libro con el cuento pero no lo encuentran porque él, sencillamente, nunca lo escribió como tal ni está en ninguna de sus novelas, sólo lo dijo en un discurso.

Es la historia de cómo se forma una trágica bola de nieve partir de un simple e impreciso presentimiento con el que amanece una mujer, quien se lo transmite a su hijo sin saber de qué se trata. A partir de allí el muchacho comienza a comportarse de manera extraña, temiendo que algo muy grave vaya a suceder, creando con ello un clima de gran tensión e incertidumbre entre vecinos y familiares, hasta que alguno de ellos tuvo la terrible ocurrencia de adivinar que lo que vendría era la toma del pueblo por parte de la chusma y que entonces él quemaría su casa para no regalársela a los invasores. El cuento termina con el incendio total del pueblo por decisión colectiva de sus habitantes, confirmándose así de manera funesta la premonición inicial de que algo grave iba a suceder.

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Estas avalanchas bien pueden ser positivas o negativas. Así como se crean corrientes de opinión acerca de un tema, igual se crean corrientes de ánimo que impulsan decisiones colectivas que bien pueden imprimirle movimiento a un círculo virtuoso o a un círculo vicioso. ¨El hombre es inteligente pero la masa es bruta¨, es una frase atribuida a Rousseau, y hace referencia a que individualmente el homo sapiens
es inteligente “per se”, pero cosa bien distinta es “la masa”, el pueblo reunido como un todo, donde las decisiones no se discuten sino que irreflexivamente se acatan y se siguen, con esa vocación de borregos de procesión que a muchos caracteriza y es entonces así como por un golpe de emoción se cometen asonadas, linchamientos, carnavales, orgías y protestas. Por ello con perversidad los políticos estructuran su liderazgo malsano utilizando la influencia nociva de medios de comunicación masivos para inducir un determinado comportamiento.

A propósito de nuestra columna sobre el tema del empleo, publicada en la edición de abril de esta revista, recibimos una buena cantidad de comentarios pidiéndonos ampliar el concepto del papel de liderazgo que debe asumir y ejercer un alcalde para transmitir positivismo y esperanza a una ciudad. Para ello quizás basta recordar el espíritu reinante entre los años 2007 y 2010, época que nadie duda en señalar como aquella donde se dio el punto de quiebre entre la vieja y la nueva Cúcuta, donde pasó de todo: la construcción en general se disparó, se hicieron algunas obras viales de cierta importancia; la gente tuvo la percepción de que algo muy bueno estaba pasando en la ciudad y se animó a invertir en ella y así se construyeron los dos grandes  centros comerciales y a los pocos meses, aunque por circunstancias no del todo santas – como la raspadera de tarjetas de Cadivi – corría el dinero a raudales, y para completar el cuadro feliz, el equipo de fútbol se coronó campeón por primera vez en su historia. Nadie sabe quién la originó, pero lo cierto y palpable es que había una fuerte corriente de positivismo de la que todos nos beneficiamos.

Ahora, cuando los cucuteños han elevado al máximo su umbral de paciencia y asimilan con estoicismo la derrota semanal de su equipo de fútbol o la figuración en el último lugar del ranking nacional a sus mandatarios, no puede dejar uno de comparar lo que se vive y siente en otras ciudades donde los triunfos hacen parte de la cotidianidad ciudadana: son las ciudades más pujantes y desarrolladas del país.

frasePero bueno, no es la idea reducir el tema de Cúcuta a la suerte de un equipo de fútbol, faltaba más, lo que decíamos en el artículo de la revista “Unicentro Contigo” de abril era que es responsabilidad de un alcalde crear las condiciones para que sus administrados tengan esperanza en el futuro de su ciudad. Para ello es fundamental la confianza en la seriedad de la administración, tener la certeza de que lo que se anuncia está muy bien planificado y efectivamente se hará. Se necesita que el alcalde tenga el liderazgo suficiente para alinear la visión colectiva de los cucuteños haciaun propósito compartido de ciudad.

Eso es como cuando se construye la misión y la visión de la empresa: debe ser un ejercicio colectivo para que los empleados se apropien de ellas; si la hace solo el gerente no pasa de ser un enunciado inútil. Cuando la ciudadanía percibe con claridad el rumbo señalado y conoce los lineamientos propuestos para ese rumbo, lo sigue. Quizás con escepticismo al comienzo, pero cuando empieza a ver acciones concretas lo hace con entusiasmo. Lo primero, pues, es definir el rumbo: Turismo? Comercio?, Industria?, Servicios?, Infraestructura? Planear al detalle el recorrido, establecer las metas y socializar muy bien esto es fundamental para lograr los apoyos necesarios y generar la corriente de ánimo positivo que se necesita para que los particulares inviertan en nuevos negocios y así se creen empleos.

A manera de ejemplo, un buen ejercicio sería escuchar primero a los agentes económicos de cada sector acerca del proyecto que consideran importante y urgente hacer para lograr su reactivación, y luego negociar con ellos su ejecución a cambio de nuevos empleos. Ese es un inteligente ejercicio de concertación, pues todos sabemos que adonde asiste la inversión pública, acude la inversión privada. Algo como esto podría hacerse en el caso del turismo, reseñando un catálogo de potencialidades y hacer una rueda de inversionistas privados que serían los operadores con los que el municipio concertaría las inversiones públicas requeridas.

Es un error esperar gigantescas inversiones del Estado para desarrollarnos porque jamás vendrán, nos toca a nosotros mismos hacerlo. La receta para el despegue no es otra que una gran dosis de liderazgo acompañado de ingentes cantidades de creatividad y, por supuesto, voluntad política.

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