Muchas veces nos preguntamos si las personas que tienen una condición o un talento muy especial nacieron así o son el producto de una intensa formación; igual nos sucede con los empresarios. Sin embargo, en este último caso las investigaciones apuntan que el empresario nace con ciertos rasgos muy particulares de su personalidad y temperamento que le distinguen y predeterminan su futuro en el mundo de los negocios.
Se han identificado 14 de tales rasgos y han sido ellos común denominador entre varios de los empresarios más importantes de Colombia, comenzando por don José María Rueda Gómez (1871-1945), a quien se considera como el primer empresario que tuvo este país, el eslabón del paso de la Colombia feudal a la Colombia moderna. Vamos a señalar acá cuáles son tales rasgos, aunque el orden en que lo hacemos no corresponda, necesariamente, a su grado de importancia.
• Como es apenas natural una particularidad es el valor, el arrojo que tienen para enfrentar los peligros y los inconvenientes que se cruzan en su camino. Tener los pantalones bien puestos para defender lo propio es un rasgo muy marcado en la tipología del empresario.
• Un rasgo muy importante es tener un sentido de la responsabilidad tan elevado que jamás sea alcanzado por el ego. Esto hace que sea uno de los rasgos más escasos y difíciles de encontrar.
• El espíritu de nómada refleja la personalidad de alguien con fácil capacidad de adaptación a cualquier cambio en el entorno o en las circunstancias, y de reinventarse cuantas veces sea necesario.
• El sentido de clan, de familia, es muy fuerte en los empresarios líderes. Tienen una ancestral vocación protectora de los suyos y hacen impenetrable su microentorno familiar.
• Los empresarios se caracterizan por ser decididos, una vez analizan los pros y contras deciden sin contratiempos. Son asertivos, no dejan que otros tomen las decisiones por ellos.
• El deseo de aprender, la sed de conocimientos es algo inherente a la personalidad del empresario y le acompaña durante toda su vida. Es frecuente ver casos de empresarios, ya en edad de retiro, que luego de haber cursado gran cantidad de programas de formación administrativa y tecnológica se inscriben en programas de humanidades.
• Tener una “open mind”, es decir una mente abierta y dispuesta al cambio le genera una gran capacidad de adaptación a las nuevas tendencias de productos y a los nuevos modelos de negocio que van surgiendo cada vez. Es un rasgo
muy útil para desarrollar mecanismos de defensa ante la dura competencia.
• El sentido de ahorro-inversión que tienen revela una clara diferencia del enfoque con que los demás mortales ven el dinero. Para el empresario el dinero no es un fin sino un medio para hacer más dinero, mientras que para los demás es el fin deseado para disfrutarlo consumiendo.
• Empresario que no es arriesgado, no es empresario. Si bien suena esto como a ser “aventado”, la verdad es que el empresario se prepara y entrena bien la habilidad de calcular riesgos y el costo/beneficio de una decisión acertada o desacertada. Pero sabe que riesgo siempre hay, que es inherente a cualquier negocio, no se paraliza a la espera de que desaparezcan.
• Los buenos empresarios sostienen que si los pícaros supieran el buen negocio que es ser honrados, no existirían. El empresario de kilates sabe que detrás de todo producto o servicio que se ofrece en el mercado hay toda una cultura empresarial y es eso lo que, en últimas, elige el cliente. De manera que la honestidad es su mayor y mejor promesa de valor.
• La persistencia, casi o más allá que la terquedad, es un rasgo bien prominente en el empresario. Cuando tiene una idea o proyecto entre cejas no lo abandona muy fácilmente. Lo intentan una y otra vez, con una capacidad de resiliencia envidiable, hasta que lo logran.
• El empresario entiende muy bien que no se las sabe todas y por ello le da un gran valor al conocimiento ajeno, a la asesoría de expertos en el tema de su interés, bien sea en asuntos jurídicos, tributarios de mercadeo, etc.
• Un rasgo común en todos es su gran afición por la tecnología, bien sea para su aplicación en las líneas de producción o de administración de su empresa, o en sus equipos personales de comunicación y entretenimiento.
• Un empresario de verdad sabe que no hay mayor limitante a su crecimiento y expansión que la falta de dominio de un segundo idioma. No son pocos los que concluyen que en el mundo de los negocios solo se necesita conocer muy bien un par de cosas: contabilidad e inglés.