En 1937 se dio una situación similar a la que se presenta hoy. Esta vez, fueron las autoridades colombianas las que desataron persecuciones y decomisos de moneda venezolana, toda vez que desde hacía poco más de un año se había presentado un éxodo de dinero venezolano y una inmigración de obreros del vecino país, atraídos por las perspectivas de trabajo y de comodidades que se vislumbraban, una vez terminado el conflicto con el Perú.
No existían acá casas de cambio, como era recurrente en las fronteras de casi todos los países del mundo, así pues, la sociedad mercantil de la ciudad y los congresistas, convencieron al gobierno nacional de tomar cartas en el asunto y por tales circunstancias se expidió un decreto que reglamentaba la circulación de moneda extranjera a los turistas que ingresaban al país por sus principales puertos, Cúcuta incluida, y que en el artículo segundo decía “las personas que tengan en su poder monedas de plata venezolana tienen la obligación de venderlas a la sucursal del Banco de la República en Cúcuta”, además de otras normas que produjeron consecuencias adversas para el comercio de la ciudad, porque alejó a los compradores venezolanos, toda vez que se creó un impuesto del 5% a las mercancías que se vendieran hacia Venezuela. En este contexto, la posición asumida fue la de firmar la prórroga del convenio comercial Colombo-Venezolano expedido años atrás, a pesar de la férrea oposición que suscitó entre algunos ministros, que incluso amenazaron con demandarlo por inconstitucional.
En 1942, a raíz de una serie de decomisos realizados por la Aduana Nacional al comercio local y a los visitantes venezolanos, se produjo un movimiento de protesta que culminó con una serie de medidas entre las cuales figura el “Estatuto de Régimen Fronterizo Venezolano Colombiano” firmado en Caracas el 5 de agosto de 1942, refrendado posteriormente en el Congreso por la ley 13 de 1943.
Esta crisis terminó oficialmente con la visita que hiciera el presidente venezolano Isaías Medina Angarita. Con el fin de reafirmar los compromisos adquiridos años anteriores, en 1946 se estableció el llamado “Modus Vivendi Comercial” dados los excepcionales lazos de amistad que unen a nuestros dos países y a título de naciones fronterizas, según lo expresado por los cancilleres firmantes.
Como en tratados anteriores se adoptó la modalidad de “canje de notas” por considerar que constituía el procedimiento más expedito para resolver los inconvenientes fronterizos menores que periódicamente se presentaban.
En éste se reafirmaba buena parte de los acuerdos anteriores, tales como los intercambios de sal y ganado vacuno, los cobros y las exoneraciones de aranceles, el libre tránsito de las mercancías colombianas por territorio venezolano, entre los que se incluían los productos con destino a la ciudad de Arauca y los bienes y demás maquinaria que atravesaban el territorio del vecino país con destino a los campamentos de la Colombian Petroleum Company. El cobro de los derechos por los servicios prestados en ambas naciones serían los mismos que se les cobraría al comercio del respectivo país; firmado el 11 de octubre de 1946, con duración de un año, prorrogable.
En la próxima edición veremos la época de oro vivida en Cúcuta en la segunda mitad del siglo anterior.