Aprender a ser un buen líder no solo requiere de humildad y una energía contagiosa sino de formar cada día habilidades humanas en busca de un liderazgo inspirador. Una de esas alternativas de formación es aprender a observar el comportamiento humano para comprender qué motiva a las personas e identificar en qué son talentosas para promover su desarrollo. Así que hace algún tiempo empecé a observar qué hacía la gente cuando se encontraba una bolita de papel tirada en los pasillos de sus empresas.
A continuación, están los resultados de este enriquecedor ejercicio para reflexionar sobre el rol que estamos ejerciendo como líderes.
La gran mayoría de personas no se percataron de la bolita, a pesar de pasar a su lado, pues estaban tan concentrados en cumplir con su misión que el día a día les absorbía su total atención, mostrando tal indiferencia, que ni siquiera al preguntarles por la existencia de la bolita pudieron dar respuesta alguna dónde estaba. Otros sí notaron la existencia de la bolita y se dedicaron a patearla hacia otro lugar, evitando encontrársela de nuevo en el camino, algunos acertaron metiéndola debajo de una silla o enviándola a un rincón donde nadie más la pudiera ver, incluso en medio de la dinámica, los trabajadores se la pasaban unos a otros buscando que alguien se deshiciera de la bolita evadiendo su responsabilidad.
Luego de varias horas en este ejercicio de observación uno de los tantos ejecutivos encontró la bolita, se agachó, la tomo en sus manos y empezó a preguntar con un tono amenazante: ¿Quién dejó está bolita ahí?, ¿Por qué nadie se ha agachado a recogerla? Seguramente debe llevar horas tirada en el suelo y nadie ha hecho nada por quitarla del camino. Y, en general, quienes tomaron esa decisión se la pasaron buscando al culpable de la situación, señalando y cuestionando a todo el personal por la falta de compromiso, inclusive unos pensaron que era necesario llamar al auditor o al consultor para encontrar al culpable, generando un entorno de señalamientos y mala energía entre los colaboradores.
Al final, solo uno de ellos, se agachó, tomó la bolita y la depositó en la caneca, pero, terminando la jornada reunió a su equipo para informarle que había una bolita tirada en el piso y que siendo algo tan sencillo, nadie había hecho nada, y propuso a los participantes buscar una alternativa para que eso no volviera a pasar, estimulando la participación y creatividad del personal para lograr su compromiso en búsqueda de la solución definitiva.
Ahora lo invito a que remplace la palabra “bolita” por la palabra “problema” y vuelva a leer cada párrafo, se dará cuenta que esta es una situación habitual en las empresas y que pone en evidencia la capacidad de gestión de un verdadero líder, que inspira con el ejemplo y logra con su actitud potencializar los talentos de los demás, convirtiendo estas “bolitas” en grandes oportunidades para el éxito de la empresa.