Es preocupante la tendencia al alza de la cantidad de cesáreas que se practican en el mundo. En el año 2000, en promedio, el 12% de los nacimientos de bebés se hacían con este procedimiento, quince años después la cifra era del 21%, lo que para la OMS (Organización Mundial de la Salud) es alarmante.

La tasa de cesáreas en Colombia alcanzó el 46%, en 2014, alejándose cada vez más del estándar recomendado del 15-19% por ese organismo. En regiones como la Costa Atlántica puede alcanzar porcentajes mayores del 70%, especialmente en instituciones clínicas privadas.

En Estados Unidos la tasa alcanzó el 31.9% el año anterior, por lo que las sociedades científicas e instituciones prestadoras de servicios y órganos gubernamentales tratan de reducirla. Para la OMS una cifra superior al 15% no tiene sentido por lo innecesaria que es en la gran mayoría de los casos.

La cesárea es nada más ni nada menos que una cirugía, con todas las implicaciones y riesgos que entraña cualquier intervención, y se requiere en casos extremos, en los que se halle en riesgo la salud del bebé o de la madre, pero para nada debe convertirse en una moda caprichosa para mayor comodidad de la madre (le evita los dolores del parto) y del médico (le evita trasnochos y es más rentable).

RIESGOS

Es muy claro que el riesgo para madres y bebés es a corto y largo plazo. En particular, las cesáreas tienen una recuperación más complicada para la madre y pueden conducir a fibrosis de la matriz.

Los riesgos de mortalidad son pequeños pero serios, y aumentan con cada nueva cesárea que la mujer se practique. Abundan las evidencias de que los bebés que nacen por cesárea tienen exposiciones hormonales, físicas, bacterianas y médicas diferentes durante el parto, lo que puede alterar sutilmente su salud. Si bien los peligros a largo plazo no están bien investigados todavía, los efectos a corto plazo incluyen cambios en el desarrollo inmunológico, que pueden aumentar el riesgo de alergias y asma y alterar las bacterias en los intestinos.

Además de eso, el parto vaginal tiene la ventaja de activar automáticamente la producción de leche materna, mientras que con la cesárea se hace necesario inducirla y esto trae retrasos en el suministro al recién nacido.

Un estudio realizado en 119 países reveló coincidencias en las razones para que existan altas tasas de cesáreas, tales como la escasez de matronas que eviten o detecten problemas, la falta de habilidades médicas para poder asistir con confianza y competencia un parto vaginal potencialmente difícil, así como por cuestiones médico-legales.

Además de que en algunos lugares existen incentivos financieros para el doctor y el hospital en caso de partos planeados con fecha fija, especialmente en centros privados. En Brasil el sistema de salud pública es de baja calidad y a las mujeres embarazadas les ofrecen que se sometan a una cesárea para ir avanzando con más rapidez en la lista de espera.

Lo que resulta más práctico hoy para la madre y para el médico, puede representar dificultades más adelante en el sistema inmunológico del hijo, además de que por alguna extraña razón se afecta la calidad de la vida sexual con la pareja.

Algo de pensar.