El primer aviso de recompensa del que se tiene noticia lo publicó hace 5.000 años un comerciante llamado Hapu, en la antigua ciudad de Tebas, Grecia, a quien se le había escapado un esclavo. En el papiro, que se conserva en el British Museum de Londres, Hapu ofrecía una recompensa de “una moneda de oro a quien lo encuentre y lo devuelva a la tienda de Hapú, el tejedor, donde se tejen las más hermosas telas al gusto de cada uno».
La referencia a los productos de su tienda confirma el carácter publicitario que de siempre han tenido estos carteles que fueron tan populares y famosos en el viejo oeste norteamericano. Esta publicidad es tan efectiva que, ahora, de los 13 buscados por el Departamento de Justicia norteamericano, ya 4 decidieron entregarse a la DEA (Alcalá, Carvajal, Molina y Villalobos.
A partir de la difusión de un aviso semejante a todos los involucrados el mundo y la vida se les encoge de manera muy brusca y dramática se trata ni más ni menos que de la oferta de compra de las lealtades que le puedan sobrevivir al régimen. La tentación de ganarse una enorme cantidad de dinero es muy grande y, especialmente para los compinches, la posibilidad de quedar libres de cualquier pecado, con nueva identidad y nueva vida protegida en los Estados Unidos, es algo que resulta irresistible, sobre todo cuando se tiene la presión de la familia para hacerlo.
No existe la más mínima probabilidad de que los gobiernos de China y de Rusia intervengan a favor de quienes aparecen en el aviso de “Reward”. Tampoco parece haberla de que las fuerzas armadas venezolanas estén dispuestas a inmolarse por un jefe con tan baja popularidad.
La gran preocupación regional está en la opción que el gobierno de Trump elija para hacer efectiva la orden de captura.