Muletilla se le llama a esa expresión recurrente que utilizamos cuando hablamos, es como una especie de tic verbal que puede mostrarnos como incultos cuando abusamos de ella. Se llaman muletillas porque son como ayudas ortopédicas para sostener una conversación fluida, aunque son palabras o cortas frases que en sí mismas no dicen nada, son simples vicios del lenguaje que no aportan nada a lo que se quiere decir.
Seguramente todos tenemos una que nos caracteriza, en la que caemos casi siempre sin darnos cuenta. Por ello es bueno identificar cuál es la nuestra para tratar de eliminarla o al menos de minimizar su uso porque lo que hacen es transmitir la imagen de que somos cortos de vocabulario.
A manera de ejemplo comencemos con una de las más comunes, la cual a su vez es de pésimo gusto porque puede parecerle ofensiva a nuestro interlocutor. Nos referimos a “¿sí me entiende?”. Esta expresión, repetida en una conversación, no hace otra cosa que tratar de bruto a nuestro interlocutor. Lo hace sentir como alguien inferior al nivel requerido para sostener un diálogo.
Otra muletilla que se ha vuelto muy común entre nosotros comenzamos a escucharla hace algunos años cada vez que entrevistaban en la radio o la televisión a algún futbolista argentino y luego se extendió a los artistas y a todo el mundo. Se trata de “y nada”, expresión que literalmente quiere decir que quien habla ya no tiene nada más que decir.
Otra muletilla que se inició como muy de estrato seis, sin serlo, para nada, es “O sea”. Igual sucede con la bogotanísima expresión “es un poco”, que suena de gran petulancia cuando entrevistan a cualquier burócrata.
Lo mismo sucede con
No es porque yo lo diga
Es como si yo dijera que …
Pero no me hagas mucho caso.
Si no me equivoco….
La verdad es que …
¿Estamos? (lo mismo que ¿sí me entiende?)
De hecho…..
Digamos que ….
De repente (de origen muy venezolano).
Eeeh, uuhm
¿sí?
A ver
Fíjate (así inician los políticos venezolanos las entrevistas)
Que yo sepa
¿Me sigues? (también de la familia de ¿sí me entiendes?)
En fin, qué le vamos a hacer…
¿Te parece que vayamos …?
¿Qué quieres que te diga? yo no creo que ……..
Esto… ¿qué te iba a decir? ah sí, ……….
Bueno, es un decir..
Imagínate, …….
Usted me conoce. Esta última es de antología entre las de mal gusto, pues insinúa superioridad y dominación de quien habla sobre quien escucha.
Hay muchas muletillas más y usted debe descubrir cuál es la suya y combatirla usando algunos de los siguientes ejercicios:
1. Déjese un mensaje de voz. Grabe mensajes y revise las palabras que repite cuando no está concentrado. No se haga trampa, hable sin la prevención del ejercicio, utilice su Smartphone para eso.
2. Trate de exagerar una pausa. El poder de pausar tiene un impacto increíble. Rétese a seguir adelante sólo cuando la siguiente cosa que salga de su boca no sea una muletilla sino la siguiente idea. Puede sentir que está esperando una eternidad, pero no parecerá tan largo para largo para sus oyentes. Después de un tiempo esas pausas se acortarán. Este es un truco muy utilizado por grandes oradores cuando quieren concentrar la atención del auditorio.
3. Si proyecta su voz, es difícil decir “umm”. Esa energía, pitch y la proyección, eliminan la tendencia a agregar un “umm”, un “eeh” o un “este” y lo hace más atractivo para otras personas que están escuchando.
4. No te deprimas. Si se enfoca en lo negativo, puede crear una profecía auto cumplida del exceso de la muletilla. En lugar de eso, enfóquese en lo positivo. Hay entrenadores de oratoria que les piden a los alumnos que digan en voz alta “Soy un individuo de pausas perfectas”, con lo que se cambia el enfoque hacia lo que hacemos bien.
Eliminar las muletillas nos hace ver más cultos y con ello aumentar la credibilidad en nosotros.