Algo bueno trajeron las asfixiantes presiones de Estados Unidos, sumadas a la pandemia y la profunda crisis económica venezolana: el gobierno de Cuba se vio obligado a abrirse a la inversión extranjera sin las absurdas limitaciones que tenía. La segunda semana de diciembre con la mayor discreción anunció una de sus principales reformas económicas, la cual, sin duda, habrá de crear nuevas fuentes de empleo y de riqueza.
La apertura de su economía centralizada, de corte soviético, a nuevas inversiones con participación minoritaria cubana, así como la irrupción de fondos de inversiones en la isla quedó relegada a una pequeña nota en el diario oficial Granma, pero tiene importantes consecuencias.
“Estamos, qué duda cabe, ante el que probablemente es uno de los cambios estructurales más relevantes de la economía cubana, sobre todo porque deja a los cubanos sin participar de un proceso que el régimen quiere someter a su control”, dijo el economista cubano-español Elías Amor Bravo.
Cuba confiscó en los años 60 todas las propiedades de empresas extranjeras en la isla bajo el pretexto de que vendían el país y lesionaban la soberanía nacional. Desde entonces se han acumulado más de 5,900 reclamos de industrias, bancos, fábricas y otras propiedades que alguna vez pertenecieron a estadounidenses y cubanoamericanos en la isla. No es del todo descartable que el régimen cubano atraiga las inversiones de sus connacionales residentes en USA y luego de nuevo les expropie sus empresas. Para nada es confiable el gobierno cubano, nunca lo ha sido.
Con la nueva ley cubana las empresas extranjeras ya podrán tener acciones mayoritarias en negocios como el turismo, la biotecnología, la industria farmacéutica y en el comercio mayorista. El gobierno cubano también permitirá la llegada de fondos de capital de inversión, un instrumento financiero demonizado por el oficialismo. También las empresas de capital 100% extranjero pueden establecerse en parques científicos tecnológicos como el que ya existe en La Habana.
El ministro de comercio exterior cubano presentó un catálogo de oportunidades para invertir en la isla que cuenta con 503 proyectos valorados en $12,070 millones, pero no es muy grande el interés de los inversionistas. La Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM), el principal proyecto de inversiones extranjeras en Cuba ha sido un fracaso, apenas ha logrado el 9,5 por ciento de lo previsto.
La Ley 118 permite aprobar empresas con capital completamente extranjero, y crear una empresa mixta con mayoría de inversión extranjera y no al revés, como era lo habitual. Además, es muy útil al propósito alentar a los cubanos que residan en el exterior a invertir, tal como lo hizo Vietnam desde el inicio de su reforma económica en 1986. Los emigrados son parte indisoluble del progreso nacional, aunque la apertura ha sido recibida con cautela por un sector al que no se le reconocen derechos cívicos y que ha tenido una relación tirante con el gobierno de la isla.