Al parecer en el más allá no será plácido el descanso de Maradona luego de su muerte por cuenta de los enredos familiares que se han formado a la hora de hablar de herencia. No se trata de poca cosa lo que está en juego, pese a que el futbolista en vida ganó algo más de US $500 millones, gracias a su vida disipada solo dejó alrededor de 75 millones, lo cual, de ninguna manera, es una suma menor.
Esta es la hora en que no se sabe cuántos hijos tuvo. Ya hay cinco reconocidos como tales: dos hijas de su matrimonio con Silvia Villafañe, uno más con Cristina Sinagra, otro con Verónica Ojeda y una hija más con Valeria Sabalain. Pero bien puede haber otros seis sin reconocer, dos de ellos argentinos y cuatro cubanos. En esa materia no se dio descanso el jugador.
Pero, pese a que su salud presagiaba lo peor desde hacía un buen tiempo, no se preocupó por dejar resueltos los asuntos legales con los hijos y ahora han comenzado los largos litigios civiles, atizados por malquerencias entre ellos, lo que habrá de convenir a los abogados de las partes en disputa, quienes se quedarán con la mejor parte.
Maradona no hizo testamento y dejó propiedades regadas por varios países, algunas de las cuales terminarán siendo vendidas sin mayor cuidado. Tenía molinos y fábricas de pastas alimenticias en Venezuela, además de empresas importadoras para las que siempre había dólares preferenciales disponibles. En Cuba era dueño de un hotel de cinco estrellas, en Italia poseía varias inversiones y al menos dos quintas de lujo; en Dubai tenía un Rolls Royce Ghost y un súper BMW; en China tenía varias escuelas de fútbol a su nombre; en Bielorrusia tenía un potente tanque anfibio Hunter Overcomer y un anillo de brillantes de 300 mil euros. En Argentina tenía 5 espectaculares viviendas, una de ellas en Puerto Madero una de los lugares más caros de Suramérica. Igualmente tenía vigentes algunos contratos de imagen publicitaria con reconocidas marcas.
A Maradona varios de sus amigos lo tumbaron inmisericordemente aprovechándose tanto de su impreparación como de su averiado estado mental en los últimos años de su vida. Lo más probable es que, así como buena parte de su fortuna se esfumó estando en vida el jugador, peor suerte podrá correr lo que deja tras su muerte.
Las diferencias entre sus hijos a la hora de la repartición de la herencia nos recuerdan la historia de dos viejos patriarcas de una región de la costa que al morir dejaron una inmensa fortuna representada en tierras y ganados. Como es la costumbre ancestral en esa parte del país, los señores mantenían hogares paralelos, conformados por la querida y varios hijos.
Uno de ellos había ocultado por años la existencia de los hijos habidos fuera del matrimonio y se había negado a reconocerles la paternidad, aunque atendía puntualmente sus necesidades económicas. Siempre había evitado que las proles se conocieran y fueran a tener algún tipo de trato.
El otro ganadero, por el contrario, cada domingo sentaba en una mesa grande a todos sus hijos, sin distingo alguno, con lo que a los lazos de sangre se sumó uno de amistad muy fuerte entre ellos. Al morir este hombre todos sus hijos se dedicaron a cuidar lo que les dejaba su papá creando una cooperativa de la que todos eran socios, ahora son prósperos empresarios agroindustriales y ganaderos.
No corrieron la misma suerte los hijos criados bajo el esquema de segregación social, poco tiempo después del sepelio comenzaron serios enfrentamientos entra ellos que produjeron dos muertos de una prole y uno de la otra. Mal vendieron lo que les quedaba para escapar del infierno que ellos mismos habían creado y casi todos murieron en la ruina.