El país con las reservas de petróleo y gas más grandes del mundo enfrenta una crisis de producción y de distribución que ha puesto a su población a mendigar por una bombona de gas o algunos litros de gasolina para sus autos. Todo ello debido a la desinversión, corrupción y a la mala gerencia pública del modelo castrochavista. Ahora sus habitantes deben hacer por muchas horas largas filas para comprar gas propano o para surtir un tanque de gasolina
PDVSA, la antigua potencia energética de la región, con reservas probadas de 303.805.745 millones de barriles de petróleo y 200.325.484 millones de pies cúbicos de gas en su subsuelo enfrenta la crisis de suministro de combustible a su población más pronunciada de su historia.
En 20 años de gobierno bolivariano la actividad medular del país, la producción y exportación de crudo y la atención al mercado interno de combustible y gas fue reduciendo sistemáticamente.
La situación se agravó aún más con las sanciones impuestas por el gobierno de los Estados Unidos a la administración de Nicolás Maduro, las cuales cerraron toda posibilidad de negocios entre ambas naciones. El cliente más importante de la producción petrolera de la revolución ya no compra productos venezolanos.
Desde mediados de los años setenta, hasta bien entrados los noventa fue una corporación de clase mundial y figuraba en los primeros lugares del ranking de las empresas petroleras del mundo. Desde hace unos siete años desapareció del mapa energético global, donde era un jugador muy importante. La PDVSA de 2020 no puede ni siquiera atender las necesidades de combustible y de gas de su mercado interno.
El GLP es un producto en extinción, el combustible por excelencia utilizado en más del 90% de los hogares venezolanos para cocinar, se encuentra hoy en una situación de escasez alarmante. Desde el año 2011, en la gestión del fallecido ex presidente Hugo Chávez, se inició la importación del GLP para paliar la situación de déficit de producción autóctona. Hoy día no encuentra quién le venda por su imagen de país que no honra sus compromisos.
La solución (¡) que da el gobierno es incentivar el mercado de la leña, lo que significa un enorme retroceso del país hacia la época de las cavernas, con el consecuente daño ambiental que esto causa por la tala indiscriminada de árboles.