La diversidad de Houston, quizás su más poderoso rasgo contemporáneo, salta a la vista al caminar por Memorial Park, un maravilloso espacio verde que casi duplica el tamaño del emblemático Central Park de Manhattan. Al recorrer sus senderos se aprecia el alma de la ciudad, su fuerza magnética, su sentido de la historia y su visión de futuro.
Ubicado en el lugar de un antiguo campo de entrenamiento de la Primera Guerra Mundial –Camp Logan-, el parque fue dispuesto por la ciudad en 1924 para honrar la memoria de los soldados de los Estados Unidos que perdieron su vida en dicha guerra y, desde entonces, ha sido un tributo vital al espacio público como punto de encuentro ciudadano. Como todos los grandes parques urbanos del planeta, Memorial Park es, en este sentido, expresión democrática de confianza en la fuerza de lo público, de lo común como espacio de libertad e igualdad.
Es también símbolo y ocasión de fraternidad: en este parque, uno de los 380 con los que cuenta la ciudad -la de mayor extensión de parques entre las grandes ciudades del país-, se dan cita los distintos rostros de la familia humana, llegados de todos los rincones del planeta, dándole a Houston un marcado acento multicultural. Por todo ello, se trata de un lugar que es testimonio de la esencia y el ánimo de la ciudad.
En efecto, en el caleidoscopio cultural de Houston convergen más de cien lenguas y nacionalidades que le imprimen a esta metrópolis un singular cariz y la convierten en una de las más interesantes de los Estados Unidos, con un potencial que se refleja en su constante crecimiento: es una de las áreas metropolitanas de mayor expansión y los demógrafos prevén que antes de 2030 será la tercera ciudad más poblada del país -tras Nueva York y Los Ángeles, con más de dos millones y medio de habitantes y una baja densidad poblacional, dada su extensa superficie.
Una fluida inmigración, propiciada por la pujanza de la región en torno a las poderosas industrias energética, aeroespacial y de la salud, además de políticas públicas que favorecen la inclusión, la han convertido en la ciudad más diversa del país, teniendo en cuenta factores sociales, económicos, culturales, religiosos, tal y como lo registra un reciente y detallado estudio publicado por el portal WalletHub (www.wallethub.com).
En Houston, según cifras de 2019 proyectadas por la entidad encargada del censo (US Census Bureau), la población latina -la de mayor crecimiento- constituye el 38%, la anglo el 35.1%, la afroamericana el 16.8% y la asiática el 7.8%. Es decir, hoy en día ningún grupo étnico es mayoritario, pero la población de origen latino es la más numerosa.
Estas cifras evidencian la profunda transformación social que vive esta ciudad, fundada en agosto de 1836 por los hermanos Augustus y John Allen bajo el auspicio del General Sam Houston, vencedor de la batalla de San Jacinto. A partir de este episodio bélico, acontecido pocos meses antes en 1836, el territorio de Texas dejó de pertenecer a México y se convirtió en la República de Texas, para luego integrarse a los Estados Unidos en 1845.
Semejante metamorfosis urbana se ha traducido, a su vez, en una variopinta gama de expresiones culturales, artísticas, gastronómicas, deportivas, académicas y de negocios. Houston es, por ejemplo, una de las cinco ciudades de Estados Unidos que tiene compañías profesionales residentes de ópera, ballet, teatro y música sinfónica. Así mismo, su distrito de museos concentra diecinueve reconocidas instituciones y su cosmopolita oferta gastronómica consta de más de 10.000 restaurantes.
Mención especial merece el Centro Médico de Texas que, en el corazón de Houston, reúne a más de sesenta prestigiosos hospitales e instituciones de investigación y desarrollo en el campo de la salud, en el que es considerado el principal complejo médico del mundo y en el cual se atienden más de diez millones de citas al año.
Menos vibrante resulta hoy en día el centro de la ciudad, a pesar de los esfuerzos por revitalizarlo y los recientes avances en este sentido. Los efectos de la pandemia, además, se reflejan drásticamente en un espacio casi vacío, fantasmagórico, en el que las huellas de cuarentenas y confinamientos tardarán en borrarse. Ello ha ralentizado, sin duda, un proceso de renovación que apunta a hacer del centro un lugar activo y vital, más allá del movimiento diurno propio de los numerosos edificios oficinas.
Desde hace décadas está en marcha un ambicioso programa de renovación urbana que busca dejar definitivamente atrás un largo periodo de declive que vació el centro tras la expansión de la ciudad hacia nuevas zonas, generando una estructura policéntrica que aprovecha su amplia extensión. Con este propósito, en las últimas décadas se han construido en el centro nuevas instalaciones deportivas, parques, restaurantes, centros culturales, rascacielos, entre otros atractivos equipamientos urbanos.
Así entonces, Houston es un destino turístico poco habitual que, en contraste con el imaginario imperante, bien merece la pena conocer. Da la impresión de ser también un atractivo lugar para vivir: incluyente y dinámico, con alta calidad de vida, oportunidades y un clima agradable. Se trata de una ciudad vibrante, acogedora y sorprendente: al recorrerla se van derribando, sin resistencia, los mitos que suelen hablar de una ciudad sin mayor gracia.
En palabras de Lawrence Wright, ganador del premio Pulitzer y escritor de The New Yorker: “La ciudad ha realizado un trabajo maravilloso a la hora de integrar diversas culturas y celebrar la diferencia. Si el mundo pudiese seguir el ejemplo de Houston, viviríamos en un lugar mejor”