La mantequilla es quizá el alimento procesado más antiguo que se conoce, tuvo su origen en la Mesopotamia hace unos 11 mil años. Por décadas y siglos su consumo ha generado gran cantidad de mitos acerca de su conveniencia y, sobre todo, de su inconveniencia para la salud. A la mantequilla le atribuyen muchos males relacionados con el corazón, como el colesterol, que nos han hecho consumirla con especial cuidado.
Nada más delicioso que una tostada o un buen pan con mantequilla, por ello nos ha resultado difícil abstenernos de comerla en las cantidades que quisiéramos. Pero esto, al parecer, va a cambiar con el consumo generalizado que comienza a darse entre nosotros de Ghee, mantequilla clarificada, antigua preparación que proviene de la India.
Muchos creen – creemos – que por sus bondades la mantequilla clarificada ha debido llegar o producirse en el país hace varios años. Es tan sencilla su preparación que cualquiera puede hacerlo en casa. Su sabor es tan agradable como el de una mantequilla de buena marca y su uso no solamente es recomendable de manera directa sobre el pan sino como grasa para fritar huevos p preparar cualquier alimento.
Es más rápida y muy sencilla de hacer en casa. Entre sus ventajas frente a la mantequilla corriente está una mayor estabilidad y resistencia a altas temperaturas. Además, se conserva mejor a temperatura ambiente haciendo que en ciudades de clima templado no resulte indispensable guardarla en la nevera.
En repostería y elaboraciones como las tortas de maíz, la mantequilla clarificada permite obtener masas más homogéneas y estables, y aporta un sabor mucho más intenso, con aromas lácteos más marcados. Por supuesto, será mejor si para elaborarla empleamos mantequilla de buena calidad.
Ingredientes
Para 1 unidad:
Mantequilla de buena calidad 500 grs.
Preparación
Dificultad: Fácil
Tiempo total: 30 m
Elaboración: 15 m
Cocción: 15 m
Cortar la mantequilla en trozos y poner en una olla gruesa al fuego, mejor al baño maría. Calentar a potencia baja y dejar que se vaya derritiendo lentamente, siempre a baja temperatura, sin dejar que hierva.
Una vez completamente derretida, pasar con cuidado a un recipiente resistente al calor, preferiblemente de vidrio transparente y boca ancha. Esperar unos minutos hasta que aparezcan dos o tres capas. En la parte superior flotarán impurezas en forma de espuma, que hay que retirar con una cuchara. En la base se formará una capa más blanquecina, las proteínas sólidas.
Verter la mantequilla limpia líquida en otro recipiente, con mucho cuidado de dejar esos sólidos. Para no apurar demasiado, podemos dejar una capa fina de mantequilla clarificada en la jarra y esperar a que se solidifique para retirarla con una cucharilla.
Si no hemos logrado retirar toda la espuma superior, podemos pasar la manteca cocida por un tamiz o colador fino. Dejar enfriar hasta que se solidifique, guardar en un recipiente hermético y comenzar a disfrutarla esparciéndola sobre las tostadas.