LA DIPLOMACIA PERSONAL. Se describe la diplomacia como astucia, disimulo. No es cierto. Una persona diplomática se comunica clara y amablemente, con asertividad, con sentimientos, actitudes, deseos, opiniones y derechos, sin agredirse ni agredir. Algunas sugerencias para ser diplomático:
Comuníquese positivamente. Escoja las palabras cuidadosamente. Diga algo cierto, útil y cortés. No adivine lo que los demás sienten o piensan. Diga “preocupante la decisión del gerente en la reunión de hoy”, en vez de “estoy molesto por la posición que tomó el jefe”. Piense antes de hablar.
Programe reuniones individuales según sea necesario o se solicite. Manténgase abierto a nuevas ideas. Escuche a los demás, NO tome decisiones apresuradas. Reflexione sobre las opiniones ajenas, así mantendrá firme su propia decisión. Diga “Gracias por su honestidad, José, analizaré lo que dijo de la atención médica y haré una investigación más exhaustiva”.
Sea asertivo con sus palabras y con su lenguaje corporal. No sea agresivo. Sea un tanto confiado. Hable lenta y deliberadamente. No cruce las piernas (indica no prestar atención), ni los brazos al sentarse (muestra ansiedad o miedo) y mire a los ojos a las personas. Sugiera antes de decir qué hacer. No vocifere órdenes. Sea líder. Si un empleado a menudo llega tarde dígale “¿ha pensado tomar el anillo vial para venir al trabajo?, es más fácil llegar por esta vía”.
Cuide sus modales. Espere su turno para hablar, no interrumpa a los demás. Evite los insultos. Mantenga la voz en un nivel natural y neutral, y evite decir malas palabras y gritar. Controle sus emociones. Habrá personas que no le agradan o las considera tóxicas. No sea diplomático solo con quien se lleva bien. Practique técnicas de respiración para combatir el estrés. Si se sale de sus casillas, respire y apártese un momento.
Dialogue en el mejor momento, con calma, sea razonable. Haga un comentario positivo cuando dé malas noticias. Inspire tranquilidad, genere confianza. ¿No podrá asistir a una boda?, no responda NO secamente, envíe una tarjeta que diga: “¡Felicitaciones por tu próxima boda! Será tu día maravilloso. Desafortunadamente, tengo un asunto de trabajo. Te haré llegar mi regalo”.
Concéntrese en los hechos de la situación. Analícelos antes. Deseche las emociones u opiniones, sin razón y lógica. Reestructurarán laboralmente su oficina, en vez de “No me gustan estos cambios”, diga: “Nuestro departamento ha aumentado las ventas al doble en el último trimestre, hacer recortes podría afectar la generación de ganancias”.
Haga concesiones a los demás. Fije su meta y la de los demás. Calcule su objetivo ganancial y cual el de la contraparte. Que los intereses coincidan. Exprese qué le agrada y qué le desagrada. Presente formas de negociar. A menudo, la diplomacia implica ceder a ciertas cosas para ganar otras. “Gana gana”, el beneficio será reciproco.
Reaccione tranquilamente cuando reciba malas noticias. Ha sido despedido o su esposa le pide separación? NO grite, NO insulte, NO entre en crisis, mantenga la calma. Inhale y exhale profundamente varias veces. Responda positivamente y aléjese para recuperar el control. Le anuncian divorcio?: “Lamento mucho escuchar esta noticia. ¿Hay alguna razón en particular? ¿Se trata de una decisión final?”.
Hable bien de los demás. Huya del “chismorreo”. Si su entorno gusta de los rumores, apártese de él, demuestra su talante. Sea honesto y muestre quién es realmente. Sea auténtico. Veraz. Sino, no obtendrá lo que desea y no hará relaciones genuinas. Cometió un error que afecta a su equipo? No culpe a otros de su yerro. Diga “cometí un error en el informe y estamos recibiendo observaciones. Me disculpo, resolveré el problema. Si tienen preguntas o necesitan ayuda, por favor acudan a mí”.
En ciertos momentos aléjese de la conversación. No tome decisiones para luego arrepentirse, aléjese un instante para pensar. Un empleado desea trabajar desde su casa?. Antes de decir NO, piense en sus necesidades y en sus razones. Concerte y flexibilice sus decisiones. NO OLVIDE DECIR: ¡POR FAVOR!, ¡GRACIAS!, ¡PERDÓN! Fácil, no?
Por Luis Emigdio Guerrero R.