Hay temas que muchos y muchas veces evitamos porque nos parecen desagradables, como lo es el tema del estreñimiento, desconociendo que nada hay más natural que ir al baño a defecar. Una de cada siete personas en el mundo experimenta este problema, eso hace que el proceso biológico para eliminar las heces es un tema al que no le deberíamos sacar tanto el cuerpo.
Según cuenta la historia, Napoleón Bonaparte llegó tarde a la batalla de Waterloo -en la que su ejército acabó derrocado- porque en ese momento estaba muy atareado en el baño, haciendo fuerza para defecar. Esta anécdota nos da una idea de la importancia que tiene el tema.
Millones de personas sufren en silencio los efectos de la constipación crónica (estreñimiento), un problema cuya solución, de acuerdo a los expertos, no depende exclusivamente de la dieta sino también de un cambio mental que nos permita hablar de ello y liberarnos así del peso que conlleva este tabú.
Nos entrenan de pequeños para dejar los pañales, pero después nadie chequea cómo nos va. De ahí en adelante nos ocupamos nosotros solos, lo dice a un, médico especialista en salud intestinal del University College Hospital de Londres.
Tres veces por semana
Para una mejor comprensión del tema empecemos por explicar cómo es el proceso desde que la comida entra por la boca, hasta que los desechos convertidos en materia fecal salen por el ano.
Cuando ingerimos y masticamos un alimento, este inicia su viaje por el aparato digestivo. Una vez que lo digerimos con la ayuda de sustancias químicas que produce nuestro cuerpo, las bacterias comienzan gradualmente a trabajar sobre estos restos que se mueven hacia el intestino.
Para cuando llegan al colon, todos los nutrientes ya han sido absorbidos. Y después de unas 15 o 18 horas allí, nuestro organismo elimina estos desechos.
Lo que ocurre en los casos de estreñimiento es que la movilidad en el intestino se ralentiza. Se estima que una persona puede estar sufriendo de estreñimiento si no hace el ciclo al menos tres veces por semana, o si la deposición es grande y dura, o seca y formada por bultos, y si tiene que hacer mucha fuerza al ir baño o siente dolor.
Impacto
El estreñimiento en sí no es peligroso, porque mientras la materia fecal se encuentra dentro del colon no provoca ningún tipo de toxicidad (el colon está preparado para contenerla). Sin embargo, la persona puede sentirse incómoda y temerosa de que las ganas de evacuar puedan surgir en un momento poco conveniente.
Es un peso enorme para el paciente porque (impacta) en lo que puede comer, en cómo puede vestirse y en cuándo puede socializar. Además, por lo que sabemos hoy día de la relación entre el cerebro y el intestino, el estreñimiento puede cambiar nuestro estado de ánimo y producir, además, náuseas, hinchazón, dolor de cabeza e incomodidad o dolor en la zona.
El paciente típico es una mujer que ronda los 30 años y que ha sufrido de estreñimiento desde la adolescencia (generada por situaciones o experiencias que no están vinculadas a un problema médico), y que solo busca ayuda médica después de mucho tiempo.
No siempre fue asi
Aunque hoy día no está bien visto hablar del movimiento intestinal, no siempre fue así. En el Medioevo, tanto en textos literarios como médicos, el tema de los excrementos está por todas partes, antes no había tanta privacidad en torno al uso del baño.
Antes del sistema de cloacas, en Londres en el siglo XVIII, había carros que pasaban por la ciudad para recoger las heces (que tiraban por las ventanas o estaban desperdigadas por todos lados) y se las llevaban para fertilizar los campos. Esto mismo se veía en Ipiales, Nariño, en las primeras décadas del siglo pasado.
El secretismo se desarrolló a la par de las ciudades industriales. La idea de la privacidad surgió en el siglo XIX, particularmente en Occidente, cuando se popularizó la vida en las ciudades y la gente comenzó a vivir en sitios abarrotados, se construyeron cloacas y aparecieron los baños.
Voltaire decía que las personas que defecan regularmente y con facilidad todas las mañanas son las favoritas de la naturaleza. Son dulces, afables, agraciadas, reflexivas, complacientes y eficientes. Y un no de su boca tiene más gracia que un sí de la boca de un estreñido. Y es que la división entre la mente y el cuerpo, es una separación filosófica relativamente reciente.
Antaño se pensaba que el intestino era donde se asentaban las emociones, no el corazón, en la poesía medieval, hay muchos temas que versan sobre los excrementos y el amor, dos cosas que uno compartía con la persona que amaba.
Soluciones
Necesitas cierta cantidad de fibra (soluble e insoluble) para que se formen las heces, muchas veces uno no consume lo suficiente. Es importante consumir una variedad de frutas, especialmente mango, pitahaya, papaya y vegetales (incluidos los de hojas verdes), legumbres, semillas, frutos secos e idealmente granos integrales.
Comer al menos tres veces al día- más líquidos, caminar más dentro o fuera de la casa, y si eso no funciona, usar laxantes suaves, y, sobre todo, ir al baño cuando el cuerpo lo pide, no ignorar las ganas porque no es el momento adecuado.
Cuando estás ahí, no te quedes mucho tiempo. Cuando hiciste lo que tenías que hacer, no te quedes esperando a hacer más.
Llevarse un libro que a uno le guste al baño, poner música… piensa en formas alternativas. Trata de emular la situación en la que vas al baño para darte un baño de tina, donde harías cosas para sentirte relajado. No te sientas raro haciendo esto. Piensa que estás trabajando en la comunicación entre tu cerebro y tu intestino.
Recomienda también hablar del problema, normalizarlo y compartirlo con otras personas. Cuando hablas con alguien de algo que te hace sentir miserable, es como sacarte un peso de encima. Como dice el refrán: «Las penas compartidas pesan menos».
*Tomado de BBCMundo