VALORES | EL VALOR DE LA EXPERIENCIA

La experiencia es uno de los activos más valiosos que una empresa puede exhibir. Sin embargo, esto no siempre es apreciado por el mercado. En algunos casos, su verdadero significado y alcance no es comunicado adecuadamente, minimizando su impacto y haciéndolo ver como algo no tan relevante.

Y es así como negocios, con largas tradiciones, empiezan a desvanecerse y perder relevancia frente a los recién llegados competidores, que si bien pueden tener atractivas novedades, en muchos casos carecen de la experiencia que se necesita para realizar bien un trabajo.

En nuestras propias experiencias en el desempeño de un cargo de responsabilidad en la dirección de una empresa está la clave para poder actuar de la manera más eficiente. La programación neurolingüística – PNL -, a través de modelos específicos se orienta a identificar recursos extraídos de nuestra experiencia para mejorar, con base en ella, nuestro desempeño personal.

El éxito de las grandes corporaciones del mundo se basa en el valor que le dan a la experiencia de quienes las manejan. Si se revisa el historial de los CEO’s de las grandes multinacionales y empresas colombianas sobresalientes se encuentra uno con que estos tienen de veinte años en adelante a la cabeza de sus organizaciones.

Los ejemplos abundan, como es el caso de Horst Paulmann Kemna, quien luego de ejercer la presidencia del directorio de la compañía Cencosud, por 59 años ininterrumpidos, acaba de dejar el cargo. También esta sana política de aprovechar al máximo la experiencia de los directores ejecutivos o gerentes es apreciable en grandes y exitosas empresas como la Federación Nacional de Cafeteros, Ecopetrol y los principales bancos del país.

Aquellas que tiene una alta rotación de su personal de la alta dirección se hacen desconfiables para el público. Por eso esa mala práctica no se ve en organizaciones como Bavaria, Avianca o Cementos Argos, para citar unos pocos, porque genera desconfianza entre el público y causa grave daño a la reputación de las empresas.

Obviamente no puede considerarse como experiencia la repetición de la repetidera, es algo que no necesariamente se mide en la cantidad de años ocupando el cargo sino en la preparación y en la formación adquirida en el ejercicio de la alta dirección. Es obvio que quienes no capitalizan las lecciones y experiencias que dan el día a día del ejercicio del cargo jamás llegan a la cumbre de la dirección, y si lo hacen no duran mucho tiempo allí.

Cambiar por cambiar, por el solo prurito de ver caras nuevas en la oficina de la dirección de la empresa es algo que por lo general resulta desastroso y ruinoso para cualquier compañía.

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