Cada noche de año nuevo, cuando tenemos unos buenos tragos entre pecho y espalda, nos hacemos la solemne promesa de ahorrar. Nos hacemos metas y propósitos que por lo general incumplimos, no propiamente por falta de fuerza de voluntad sino por falta de método. Entonces, como cuando uno no sabe nadar, uno se aburre y abandona la piscina al tercer intento.
Ahorrar es uno de esos propósitos que uno se hace, generalmente, al inicio de cada año o mes y frecuentemente fracasamos: o no ahorramos en absoluto o lo hacemos en menor medida de lo deseado a pesar de que existen diversos métodos y técnicas.
Los japoneses usan una herramienta que les ayuda en la tarea: el Kakebo, que requiere cierta metodología, pero no necesita muchos recursos: apenas una libreta, algo con lo que escribir y, eso sí, constancia y fuerza de voluntad. El Kakebo fue diseñado para ayudar a las esposas a manejar la economía doméstica, según la autora de un libro sobre este método de ahorro japonés.
El principio básico de este método dice que quien ahorra no es el que menos gasta, sino el que gasta sabiamente. Así que ya seas buen administrador o más bien de los que les cuesta llegar a fin de mes, con Kakebo puedes descubrir una nueva forma de, al menos, intentar aumentar tus ahorros.
Dice el libro que la ideóloga de este método fue Hani Motoko, considerada la primera mujer periodista de Japón, quien quiso buscar una forma de que las esposas pudiesen manejar la economía familiar eficientemente. Aunque Japón es una cultura tradicional en muchos aspectos, el Kakebo fue una herramienta liberadora para las mujeres, porque les daba el control sobre las decisiones financieras.
Hoy en día, a pesar de que ya hay en el mercado multitud de aplicaciones con las que puedes controlar tus ingresos y gastos desde tu celular, estos particulares libros de cuentas siguen comercializándose en Japón. Suelen venderse al principio de cada año y son bastante populares.
El método
La tarea puede ser bastante laboriosa, especialmente al principio, pero en ello reside también su éxito, dicen los expertos.
Primero debes apuntar tus gastos diarios (o semanales, según te resulte más cómodo) en distintas categorías. Por ejemplo: ingresos (salario, rentas, pensiones); gastos esenciales (vivienda, transporte, comida, servicios para el hogar y medicinas); ocio (restaurantes, compras, gimnasio, rumbas, etc.) y extras (regalos, reparaciones, viajes).
Una de las claves de este método es establecer categorías para saber en qué rúbricas te gastas más dinero.
Puedes establecer cuantas categorías necesites y también utilizar distintos colores, para hacerlo más visualmente atractivo. Al final de mes, es cuestión de restar: ingresos menos gastos. Sencillo, ¿no?
Pero no acaba aquí, porque Kakebo es algo más que controlar lo que gastas, sino aprender a mejorar tus finanzas.
El balance
La filosofía detrás del uso del Kakebo es poner el énfasis en las cosas de las que no se puede prescindir y aprender a deshacerse de aquellas que no son un gasto elemental. Para ello, cuando llega el momento de evaluar cuánto, cómo y en qué nos hemos gastado el dinero hay que hacer balance contestándose a cuatro preguntas clave:
· ¿cuánto dinero has conseguido ahorrar?
· ¿cuánto dinero te hubiese gustado ahorrar?
· ¿cuánto dinero estás gastando en realidad?
· ¿qué cambiarías el mes que viene para mejorar?
¿Y si consiguieras ahorrar hasta un 35% de tu sueldo?
Los defensores de este método dicen que el hecho de que este sea un método manual te hace más consciente de en qué gastas el dinero y te obliga a pensar en cuáles son tus metas para que tu ahorro sea más efectivo. El margen de ahorro, escribe, puede alcanzar hasta el 35% de tus ingresos.
¿Te atreverías a intentarlo?