TECNOLOGÍA | ERROR 404

¿Se imagina usted lo que a todos nos ocurriría si cualquier día amanece el planeta sin internet? Esther Paniagua es una periodista española especializada en ciencia y tecnología que acaba de escribir un libro que ha puesto a pensar sobre esta posibilidad a todo el mundo. Ella dice que es altamente probable que internet colapse en algún momento y que todo deje de funcionar. Error 404, ese es el mensaje que vemos en la pantalla cuando un dispositivo no es capaz de conectarte a un sitio de internet, bien porque este ha desaparecido del servidor o porque el enlace es incorrecto.

Nadie -ni siquiera los gobiernos o los Estados- está preparado para enfrentar el caos que sobrevendría.

Ella sostiene que no es seguro al 100% que internet colapsará en algún momento y que todo dejará de funcionar, pero cree que es altamente probable que suceda no tiene una fecha, igual que no la tiene nadie. Puede pasar mañana, dentro de cinco años, de diez o nunca, aunque creo que «nunca» es la menos probable de todas las posibilidades.

Decimos que vendría el caos porque todo, absolutamente todo, depende de internet y eso hace que sea especialmente vulnerable.

Hemos convertido todo en un ordenador: desde las infraestructuras críticas a los hospitales, las administraciones públicas, las universidades, las empresas, nuestros cuerpos, nuestra ropa, nuestros electrodomésticos. La electricidad.

Así que, si se cayera, todo dejaría de funcionar, y se produciría además un efecto en cadena, dominó, porque afectaría incluso a servicios que no están conectados a la red.

Ya hemos visto simulacros muy reales, pero a escala muy pequeñita de lo que podría pasar. Un ciberataque en 2021 contra el principal proveedor de telecomunicaciones de Bélgica dejó K.O. a la mayoría de los servicios gubernamentales, incluidos servicios hospitalarios críticos, el parlamento, las universidades, etcétera. Y eso que solamente duró unas pocas horas.

Los expertos de los servicios de inteligencia aseguran que sería a partir de 48 horas cuando comenzaría a cundir el pánico, cuando la gente empezaría a temer por su supervivencia.

Sin internet los supermercados y tiendas de ropa no podrían facturar, no podrían cobrar más que en efectivo, pero nosotros no podríamos sacar efectivo del banco para pagar. Así que, aunque los productos estén ahí, no los podríamos comprar.

¿Y qué pasaría si no podemos acceder a alimentos o a medicinas porque no tenemos efectivo? Ni siquiera los expertos en seguridad nacional son conscientes de hasta dónde llegaría ese efecto en cascada.

Las infraestructuras que permiten a internet funcionar son altamente vulnerables a ataques, hackers han dicho que en 30 minutos son capaces de derribar toda la red a través de vulnerabilidades en un protocolo base de internet.

Es como el GPS de internet, que cuando quieres llegar de un punto a otro de la red -por ejemplo, escribiendo el nombre de una web o haciendo clic en algo- decide cuál es la forma más rápida de hacerlo.

Fue precisamente una actualización de ese protocolo lo que, según la versión de Meta, hizo que el 4 de octubre de 2021 se cayeran todos los sistemas de la familia Facebook, desde WhatsApp a Instagram, y solo con eso ya cundió el pánico.

Esa es una de las posibles vías de caída de internet, pero no la única.

Un ataque contra Google o Amazon, por ejemplo, supondría cargarse la mitad de la red, con las consecuencias que eso tendría para las personas y las empresas que guardan su información en las nubes. También están nuestros teléfonos, que son además un blanco muy fácil, aunque también duraría poco tiempo, porque las operadoras se darían cuenta y lo resolverían seguramente en un plazo inferior a esos dos días que tenemos de margen previo al desastre, probablemente en cuestión de horas.

O puede ocurrir que un fenómeno de la naturaleza, como una tormenta magnética, haga caer todo. Es algo extremadamente improbable, pero si ocurriera sería nefasto, sería la caída más catastrófica, ya que afectaría no sólo a la red sino a dispositivos como los satélites y otras muchas tecnologías.

Otra posibilidad es que sean los propios gobiernos los que decidan apagar internet. Es un hecho, no es una posibilidad. El mayor caso que cita el libro es el de India, que apagó internet durante siete meses.

Y aunque el gobierno lo hizo adrede como represalia por las protestas en la Cachemira india y se preparó para ello, fue bastante caótico: afectó a todas las empresas, a los organismos públicos, a la red de comunicaciones, provocó restricciones en la libertad de movimientos, cierre de carreteras y de fábricas, accidentes industriales.

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