El dinero no siempre habla
La repulsión japonesa hacia las propinas es palpable.
‘Shokunin kishitsu’, que se traduce aproximadamente como «la destreza», fluye a través de muchos aspectos de la vida japonesa y es una filosofía perfeccionada por muchos en las industrias orientadas al turismo, desde botones de hoteles hasta vendedores de carritos de comida y chefs de sushi.
El trabajo se hace con orgullo y la apreciación se muestra más comúnmente a través de cumplidos (preferiblemente en japonés) o haciendo una reverencia.
Sólo hay una excepción: los ryokans, las tradicionales casas de huéspedes de Japón. Allí los viajeros pueden dejarle dinero al nakai san (el servidor que usa kimono y prepara la comida y el futón), pero solo cuando se hace correctamente.
No se entrega una propina en persona, sino que se sellan prístinos billetes en un sobre especialmente decorado.
Japón
Se cree que la cultura japonesa es paradisíaca. Allí la basura es algo inaudito, las personas no caminan mientras comen, se mantienen callados en el transporte público, no señalan con las manos o los palillos, no se suenan la nariz en público y muchas otras cosas.
También es un lugar donde las propinas no son sólo poco comunes; se consideran vergonzosas e incómodas. Así que los visitantes extranjeros tienen que estar atentos: las propinas ofenden.
Incluso si a los viajeros se les dice que en Japón no se da propina, algunas personas todavía están dispuestas a mostrar su agradecimiento con dinero, pero no funciona así.
Es común que cuando los clientes dejan dinero para los meseros en los restaurantes, luego estos los persigan para devolverles su dinero. Muchos no pueden entender que la gente hace su trabajo con orgullo y un ‘oishikatta’ (estaba delicioso) o un ‘gochiso sama’ (gracias por preparar la comida) es suficiente.
CHINA
En China las propinas estaban prohibidas, pero en algunos casos eso está cambiando.
Incluso en las megalópolis más modernas de China, como Pekín y Shanghái, existe una sensación de superstición y tradición.
No se esperan propinas. Es más, alguna vez estuvieron prohibidas.
De hecho, uno de los principios de China es que todas las personas son iguales y nadie es sirviente de otro; y la insinuación de superioridad sobre otra persona ha sido durante mucho tiempo un tabú.
Y si bien China es cada vez más un país de grandes hoteles y restaurantes de estilo circense, las propinas, particularmente en las ciudades y pueblos menos visitados, todavía se consideran algo entre la mala educación y un soborno.
Pero el crecimiento del turismo chino, así como la asimilación de muchas costumbres occidentales, está conduciendo a un cambio gradual.
Aunque históricamente dar propina en China se consideraba de mala educación, los tiempos están cambiando. Los chinos todavía no tienen el hábito de dar propinas, pero las propinas ahora son aceptables, especialmente en las ciudades más grandes donde hay muchos residentes y visitantes extranjeros.
Si está de visita, dé una pequeña propina a los porteros, guías turísticos y cantineros por el servicio o apoyo especial. A pesar de la historia, los lugareños estarán agradecidos.
DINAMARCA
Comúnmente calificado como uno de los países más felices del mundo por su sociedad igualitaria, generosidad comunitaria y benevolencia hacia los demás, podría ser una sorpresa saber que Dinamarca es, en general, una nación que no da propinas.
Principalmente, las razones son dos: sus ciudadanos se benefician de un mayor PIB per cápita y un mejor sistema de bienestar que en la mayoría de países del mundo, lo que significa que el personal de servicio no depende de las propinas.
El servicio normalmente está incluido en la factura en restaurantes y hoteles. En francés a esto se le llama “service compris”
Pero, aunque dar propina no es una tradición, es una norma en Dinamarca, y en toda Escandinavia redondear la cuenta en un restaurante como un gesto simbólico.
Y lo que es más importante, como casi en todas partes en Europa hoy en día, un servicio de calidad sobresaliente se recompensa comúnmente con una propina monetaria o la lealtad de las visitas repetidas, que valen su peso en oro.