No es extraño encontrarnos con personas que se encariñan y hasta se enamoran profundamente de cosas. El apego es más común de lo que creemos, a casi todos nos pasa, bien sea de un radio, de una nevera, de una moto o cualquier electrodoméstico, y si conserva un excelente estado de conservación pues ese amor se intensifica aún más, hasta convertirse en verdadera pasión. Eso es lo que le sucedía, por ejemplo, a Allen Swift, quien condujo el mismo auto ¡durante 82 años¡
El señor Swift, nacido en Springfield, recibió un Rolls-Royce Piccadilly-P 1 Roadster en 1928 de su padre, nuevo – como regalo de graduación y lo condujo, hasta su muerte en 2010 a la edad de 102 años. Era el dueño más viejo y vivo de un automóvil en toda su historia. El auto fue donado a un museo de Springfield después de su muerte.
Allá se conserva, tiene 1.070,000 millas – 1.722.000 kilómetros – y todavía funciona como un reloj suizo, silencioso a cualquier velocidad y está en perfectas condiciones estéticas a los 82 años de edad. Eso es aproximadamente 13 048 millas al año, 1.087 millas al mes, vale decir 21.222 kilómetros mensuales. Eso es una muestra de la ingeniería británica de una era pasada.
Corría el año 1928 en Springfield, Massachusets, cuando el señor Allen Swift recibió un Rolls-Royce Piccadilly P1 Roadster de color verde a modo de regalo de graduación por parte de su padre. Empezaba aquí una bonita historia de amor que no terminaría hasta el siglo XXI.
El señor Swift condujo su preciado Rolls-Royce durante siete décadas, recorriendo unas 170.000 millas (273.588 kilómetros) y manteniendo el coche en perfecto estado durante todos aquellos años. Fue en 1988 cuando el Rolls-Royce pasó por chapa y pintura para recibir una restauración completa de carrocería y una reconstrucción del motor.
Desafortunadamente, Allen Swift nos dejó a nosotros y a su Rolls-Royce en el año 2005, cuando falleció a la longeva edad de 102 años. En su lecho de muerte, Swift donó su coche y un millón de dólares al Lyman & Merrie Wood Museum of Springfield History, donde todavía descansa, en impoluto estado.
A día de hoy, el bueno de Allen sigue siendo una leyenda entre los coleccionistas y poseedores de un Rolls-Royce y es, además, la persona que durante más años tuvo en su poder un automóvil de esa lujosa marca británica. Rolls llegó incluso a homenajear a nuestro amigo estadounidense, galardonándole en 1994 con el premio Spirit of Ecstasy.
El Piccadilly P1 Roadster sigue funcionando, aunque ya nadie lo cuide y utilice con tanto mimo como Allen. Desde luego el coche fue un gran regalo por parte de su padre, pero quizá fue todavía un regalo mayor para su propio padre el hecho de ver a su hijo feliz, disfrutando durante décadas del regalo que le hizo.
Usted, de qué cosa se ha enamorado más?