El conflicto árabe-israelí, tal como ahora la conocemos, tiene unos 75 años, de manera que no es tan viejo como creíamos. De hecho, nace cuando se crea la nación israelí y esta última jamás contó con la bienvenida ni el beneplácito de nadie.
El 14 de mayo de 1948, Israel proclamó su independencia. Menos de 24 horas más tarde, los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak lo invadieron, forzando a Israel a defender la soberanía recién recobrada en su patria ancestral. Desde entonces pelean.
Si se revisa con atención es bien diferente el plano original del territorio que antes ocupaba Israel al de ahora. Y, lo más significativo, ese nuevo plano, que muestra a un Israel mucho más grande que el original, fue logrado sin la ayuda de un tercer país, lo han hecho los israelitas, solos. No deja de tener alguna validez la teoría de que se trata del pueblo elegido por Dios
Dos pueblos reclaman el mismo pedazo de tierra en el Medio Oriente, ¿Qué tierra es esta? ¿Quién posee el título de propiedad? ¿Israel o los Palestinos? ¿Ambos pueblos? ¿Quién tiene el derecho a decidir a quién pertenece la tierra? ¿Israel? ¿Los Estados Unidos? ¿Las Naciones Unidas? ¿Cómo podemos decidir? ¿Por ocupación? ¿Por Guerra?
Cuando la Palabra de Dios habla con autoridad, esto se convierte en la última Palabra. Dios tiene mucho que decir acerca de la tierra y de los hijos de Israel en su revelación sobrenatural: La Biblia.
UN PUEBLO ESCOGIDO PARA SER TESTIGO
El creador de todas las cosas escogió a la nación de Israel para ser un pueblo único que sería testigo de Su verdad. “Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios. El Señor tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.” (Deuteronomio 7:6).
Fuimos escogidos para ser testigos de la verdad de Dios en un mundo que se ha separado de Dios. “Ustedes son mis testigos, dice el Señor, y mi siervo a quien yo escogí, para que me conozcan y me crean, y me entiendan que Yo soy. Antes de mi no fue formado Dios, ni lo habrá después de mí. Yo, Yo el Señor, y fuera de mi no hay quien salve.” (Isaías 43:10-11) El Pueblo judío fue escogido para demostrarle al mundo que había un solo Dios Vivo y Verdadero. Le hemos enseñado al mundo que este ser supremo no es una fuerza impersonal. El no es un poder superior vago que hizo el Universo y luego lo dejo moverse por sí mismo. Dios es una persona, y el desea entrar en una relación personal con hombres y mujeres. El Dios de Israel es el Salvador que desea ayudar a Judíos y Gentiles, hombres y mujeres, ricos y pobres a evitar la segura destrucción que estamos enfrentando. El pueblo de Israel fue diseñado para ser testigo a todas las naciones que Dios desea que la humanidad se vuelva a él y venga al conocimiento de su verdad que lo salvará.
Si nosotros, el pueblo escogido, fuéramos fieles a nuestro llamado, Dios promete bendecirnos sobre todas las naciones, para que las naciones sepan que el Dios de Israel es el verdadero Dios. Pero si somos desobedientes a nuestro llamado, el Señor nos promete 0 castigo severo para que las naciones del mundo sepan que es una cosa horrible desobedecer al Dios de Israel. De cualquier forma, por nuestra obediencia o desobediencia, el pueblo escogido debe ser testigo al mundo de que el Dios de Israel será reconocido.
Abundan los episodios históricos en los que Israel sale victorioso, lo que hace creer que es muy cierto aquello de que estamos frente a un pueblo elegido por Dios, lo que lo hace imbatible.