Es muy probable que, entre los planes para este año de millones de mujeres, el embarazo ocupe uno de los lugares más importantes. Pasada la pandemia, que tanto nos asustó a todos, se han retomado mucho de lo que tenía previsto la humanidad, siendo ahora el embarazo una de las prioridades que tienen las parejas ante la posibilidad de que uno de los dos fallezca.
Parecía ciencia ficción, pero los primeros úteros artificiales ya están en camino. Varios equipos de investigación llevan años desarrollándolos en EE UU, China, los Países Bajos, Australia y España con el objetivo de ayudar a sobrevivir a los bebés nacidos antes de las 26 semanas de gestación. Uno de ellos ha conseguido un prototipo exitoso y en septiembre solicitó el permiso a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU (FDA) para pasar a la fase de experimentación con humanos. El proyecto es denominado EXTEND.
En Europa España está liderando estas tecnologías. En el futuro, no sabemos cuándo, habrá placentas artificiales. Un equipo ha diseñado una placenta artificial que ha mantenido con vida durante 12 días tres fetos de oveja. El éxito obtenido les hace confiar que en tres años dispondrán de un prototipo que garantice tres o cuatro semanas de supervivencia en bebés prematuros.
Un útero artificial es un concepto mucho más sofisticado que el de una mera incubadora, ya que replica las funciones del útero materno, siendo capaz de proporcionar a los bebés oxígeno, nutrientes y hormonas hasta que terminen de desarrollarse. Cuenta con líquido amniótico creado en un laboratorio y un dispositivo externo que se conecta al cordón umbilical del bebé para oxigenar su sangre. Se trata de una tecnología que, de ser usada para la gestación completa de un feto, podría implicar problemas éticos.
¿Estamos a las puertas de presenciar embarazos que se lleven a cabo fuera del cuerpo de la mujer?
“¿La mujer? Es muy sencillo, afirman los aficionados a las fórmulas simples, es una matriz, un ovario, es una hembra: basta esta palabra para definirla”, decía Simone de Beauvoir, donde apuntando a la maternidad como el principio del patriarcado. “La maternidad biológica se ha esgrimido durante largo tiempo como un motivo para condenar a las mujeres a desempeñar un papel caracterizado por la falta de poder y la subordinación dentro del orden social”. Si el embarazo dejara de estar ligado a la mujer, se daría por primera vez una oportunidad tangible de cambiar la historia, construyendo una sociedad feminista donde la mujer podría liberarse del rol que se le ha atribuido desde tiempos ancestrales. Esa era la visión de la activista canadiense Shulamith Firestone, que impulsaba el feminismo más radical a finales de los sesenta y que abogaba por abolir el embarazo, que calificaba de “barbárico”.
¿Podrían ser los úteros artificiales la solución a la brecha de género y al sistema patriarcal?