RAÍCES | CIENCIA ANCESTRAL

A lo largo de la historia los indígenas han contribuido a las ciencias modernas, como la medicina, la biología, las matemáticas, la ingeniería y la agricultura. Muchas de esas contribuciones, sin embargo, son desconocidas.

Numerosos fármacos, instrumentos médicos, alimentos o técnicas de cultivo que hoy se utilizan a diario en el mundo occidental tienen sus raíces en lo más profundo del conocimiento de los pueblos originarios. Lo que a menudo se ignora es que ‘el conocimiento es conocimiento’, independientemente de la forma que adopte.

Acá vemos siete ejemplos de cosas que estas comunidades saben desde hace siglos y que la ciencia descubrió después.

1. Para el dolor

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 40% de los productos farmacéuticos que hoy se utilizan se basan en el conocimiento tradicional. Uno de los más emblemáticos es la aspirina, cuya sustancia base es el ácido salicílico que viene del sauce negro.

Los indígenas norteamericanos lograron extraer el ácido de la corteza de este árbol hace cientos de años y lo usaban con quienes sufrían de algún dolor muscular u óseo.

De acuerdo con la ONU, hay otras plantas y hierbas ancestrales que han contribuido enormemente a la ciencia moderna, como el ñame silvestre mexicano, del que sale uno de los primeros ingredientes activos en las píldoras anticonceptivas o el espino blanco y la dedalera que se han utilizado para tratar enfermedades cardiovasculares y la hipertensión.

2. Superalimentos

Actualmente, hay alimentos que están viviendo un boom de consumo en el mundo gracias a que, según expertos, tienen increíbles propiedades nutricionales. Uno de ellos es la espirulina, que hoy aparece en los menús en forma de licuados (o batidos) o, incluso, en tortillas, ensaladas o galletas.

Pero siglos antes de considerarse un “superalimento”, este tipo de microalga, que crece en lagos y estanques alcalinos cálidos y ríos, era un alimento básico prehispánico.

Los mexicas, los descendientes de los aztecas, recolectaban el alimento rico en proteínas de la superficie del lago Texcoco. Se cree que lo consumían con maíz, tortillas, frijoles, chiles o mole como un «combustible» para viajes largos.

Lo mismo ha sucedido con otros alimentos que fueron ignorados durante años, pero que hoy se posicionan como favoritos por sus propiedades: la quinua, por ejemplo, era un alimento básico de los incas. O la chía, cuyo cultivo era crucial para los indígenas de América, superado solo por el maíz y el frijol.

3. Jeringas

Así lucía una jeringa en los años 1850. (VER FOTO)

De acuerdo con estudios basados en el hallazgo de objetos arqueológicos, diversos grupos nativos usaban huesos de pájaros que unían a vejigas de animales pequeños y que terminaban cumpliendo una función parecida a la de las jeringas.

Estos hallazgos han sido reportados en sitios ocupados por indígenas en países de Sudamérica, como Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

Se cree que fueron diseñados para introducir líquidos en las cavidades del cuerpo, así como para administrar medicina en cantidades dosificadas.

También hay referencias sobre su uso para irrigar heridas e, incluso, limpiar los oídos.

4. Lentes de sol

Los indígenas han usado protector solar en base a productos naturales durante siglos. Para protegerse del sol, los pueblos originarios también crearon otro objeto que hoy forma parte de nuestra cotidianeidad: las gafas de sol.

Según los registros históricos, fueron los indígenas innuit, que habitan la zona del Ártico americano, quienes diseñaron este artefacto para resistir al reflejo del sol sobre la nieve.

Los anteojos eran hechos con madera o con huesos de los antílopes que vivían en la zona y tenían una delgada apertura por donde se podía mirar. Los indígenas inventaron las gafas de sol para protegerse del reflejo del sol en la nieve.

5. Hibridación de plantas

Algunos grupos ancestrales consiguieron cruzar especies diferentes de plantas, un proceso que se conoce como “hibridación”. Los indígenas aprendieron que la selección persistente de ciertas semillas les permitía controlar la diversidad de sus siembras, como sucedió en el caso del maíz.

Los indígenas aprendieron que la selección persistente de ciertas semillas les permitía controlar la diversidad de sus siembras, como sucedió en el caso del maíz, los frijoles o calabazas.

Las especies de maíz que hoy se conocen han sido resultado de procesos de cruces que se fueron haciendo durante años y que les permitieron a los pueblos indígenas desarrollarse.

Se fue logrando la combinación genética que permitió llevar a las especies que se consumen actualmente. Algo similar sucedió con la papa. Los incas también lograron su domesticación y crearon combinaciones que le permitieron tener muchas especies de papas.

6. Cambio climático

Muchos científicos expertos en cambio climático han basado sus estudios en observaciones satelitales, en registros de temperatura o en análisis de núcleos de hielo. Sin embargo, hay muchos otros datos que se pueden utilizar. Y una fuente de información cada vez más requerida por los expertos son, justamente, las comunidades indígenas.

Debido a su cercanía con la tierra y a su vasto conocimiento del entorno, los indígenas a menudo tienen sus propios registros y recuerdos que pueden incluir detalles extraordinarios sobre alteraciones en los patrones climáticos, cambios en la vegetación o comportamientos desconocidos de animales.

Cada vez más científicos recurren a los pueblos indígenas para entender las alteraciones de los patrones climáticos. Actualmente, muchos antropólogos e investigadores recurren a los pueblos ancestrales para preguntarles qué han observado sobre el mundo que los rodea.

7. Halcones de fuego.

Hace unos años causó especial interés una investigación dirigida por un grupo de expertos en Australia que revelaba cómo algunas aves rapaces propagan intencionalmente el fuego para generar incendios.

El estudio explicaba que en la sabana tropical australiana estas aves transportan palos encendidos en sus garras o picos con el fin de producir quemas que hacen que los insectos, roedores y reptiles huyan y, por lo tanto, les aumentan las oportunidades de alimentación.

Sin embargo, lo que fue prácticamente una novedad para la ciencia occidental, era ampliamente sabido por los pueblos indígenas del norte de Australia desde hace cientos de años.

Los indígenas hacían ceremonias donde se incorporaban representaciones de aves rapaces transportando o iniciando fuego, algo que era mirado con distancia por parte de la ciencia moderna.

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