A muchas personas les cuesta poner límites, bien sea por el temor a ser excluidos, a crear una imagen negativa de nosotros mismos o la necesidad de ser complacientes con quienes nos rodean.
La neuropsicóloga española Alba Cardalda decidió estudiar el tema tras darse cuenta de que gran parte de sus pacientes tenían problemas con sus relaciones personales justamente porque no lograban decir ‘basta’. De su investigación, nació el libro “Cómo mandar a la mierda de forma educada” (editorial Vergara), en el que profundiza sobre la importancia de poner límites con asertividad.
Nos cuesta trabajo decir que no porque no nos educan para decir que no y para poder decirlo de una forma amable o asertiva. Al contrario: nos educan para complacer a los demás sin tener en cuenta nuestras propias emociones.
Normalmente se piensa que somos egoístas o incluso malas personas si es que nos negamos a algo. Se nos enseña a priorizar lo que otros quieren o demandan y no a valorar lo que uno siente o a ser honestos con lo que queremos o no queremos, siempre estamos buscando la aprobación de quienes nos rodean.
¿Cómo nos afecta el no poder decir que no?
No darle importancia a lo que realmente queremos hacer nos lleva a acumular pequeños malestares que nos pueden afectar mucho en nuestra vida y en nuestra salud emocional.
Porque es algo que ocurre todos los días, aunque no nos demos cuenta. Por ejemplo, cuando un compañero de trabajo te pide un favor y no puedes decirle que no.
O con los amigos o familiares cuando nos proponen un plan y realmente a veces no queremos porque estamos cansados y acabamos haciendo algo que no tenemos ganas de hacer.
Cuando nos han enseñado desde muy pequeñitos que decir que no puede significar que nos rechacen o que tengan de nosotros una opinión negativa, eso nos genera miedo porque es una amenaza en contra de nuestro auto concepto que está arraigado a la auto estima.
Tenemos que ser conscientes e identificar por qué no somos capaces de marcar un límite. ¿Por qué no le he dicho que no a esta persona? ¿Me da miedo que se enfade o que crea que soy egoísta o que no soy buen amigo, buen hijo o buena pareja? Sólo respondiéndonos esas preguntas vamos a poder identificar el problema.
Con las personas que no nos tratan bien o que no respetan esos límites, hay saber poner distancia. Cuando una persona traspasa los límites una y otra vez, es completamente legítimo mandar a la mierda.
Es la única manera que tenemos de preservar nuestra dignidad. Hacerlo, además, da mucha paz mental y es básico para tu salud emocional. Es casi una obligación para con uno mismo, esa otra persona inmediatamente te empieza a tratar con respeto.
Yo lo que siempre recomiendo es claridad, ante todo. Si alguien nos está manipulando o nos está haciendo sentir mal, en vez de caer en el juego y buscar excusas, hay ser directos.
Hay personas que te hacen sentir culpable y eso es una manipulación espantosa.
Es chantaje emocional. Es difícil darse cuenta de la cantidad de chantajes que se nos pueden llegar a hacer e, incluso, que uno puede hacerles a las personas sin querer