Tal como lo sugiere el título de esta nota, en materia económica este fue un año agridulce para el país. De lo único en que estamos de acuerdo es en que Colombia no soporta más corrupción, no le cabe un escándalo más, y eso lo terminaremos pagando todos, absolutamente todos. La destorcida será muy dolorosa.
Pasarán años para que nos recuperemos de esta situación, la Guajira no verá el progreso antes de medio siglo, la Paz Total seguirá haciendo de las suyas en todo el territorio nacional, ya comienzan a exigirnos visa en países de Europa, todo en un panorama nada alentador. Metimos la pata y la metimos hasta el fondo, quia eso hacía falta.
La inflación continuó descendiendo, ubicándose a noviembre en el 5,2 %, y se espera que cierre el año en una cifra cercana al 5,1 %. Para 2025, se proyecta que la inflación siga moderándose, ubicándose cerca del 3,6 % y todos sabemos que esto tiene efectos positivos en el consumo de los hogares, ya que mantiene el poder adquisitivo de los colombianos, lo que estimulando con ello la compra de bienes y servicios.
Las tasas de interés terminaron a la baja – esto es muy positivo – llegando en noviembre al 9,75 %, el nivel más bajo desde agosto de 2022. Esto hace que el crédito sea más asequible, estimulando con ello el consumo de bienes y servicios, especialmente en viajes, recreación, entretenimiento y bienes duraderos, como automóviles, electrodomésticos y viviendas, lo que ha permitido al comercio un leve repunte para fin de año.
Las causas de la parte agria tienen que ver con una serie de medidas equivocadas del gobierno nacional, como el poco – casi nulo – incentivo a la producción industrial, el arancel del 40 % a la ropa importada, el aumento del contrabando, la eliminación de los días sin IVA y la competencia desleal del comercio informal.
Quedan temas que siguen generando preocupación entre los empresarios, como la discusión de la reforma a la salud, la laboral, que, de aprobarse, generaría un incremento de los costos laborales entre el 18 % y el 24 %; la discusión del incremento del salario mínimo, donde las centrales obreras están pidiendo aumentos de doble dígito; y las posibles retaliaciones del gobierno ante la no aprobación de la Ley de Financiamiento por parte del Congreso.
Para el próximo año se cree que el crecimiento económico estará en veremos, el 2025 está rodeado de incertidumbre, sin saberse si estamos saliendo o entrando al túnel. Aumenta la probabilidad de escenarios críticos, como la suerte que correrá Venezuela, las crisis energéticas que podríamos tener, con impactos significativos en la economía.
Sin embargo, los expertos piensan que la economía podría crecer el próximo año cerca de un 2,6 %. Amanecerá y veremos.