Por: Andrés Ignacio Hoyos A.

Mucho se ha h a b l a d o por estos días de la fiebre a f t o s a . Sobre ella q u i e r o contarles que aunque es altamente contagiosa, tiene un muy bajo porcentaje de mortalidad y lo que resulta más importante para la ciudadanía, es que ni la carne y menos la leche de reses contaminadas  generan riesgo alguno para la salud de la población.

De lo que seguramente ustedes no habían oído hablar es sobre la Aftosa Política, que es otro tipo de virus que adquiere una patología bien diferente, especialmente en un país como el nuestro, donde la política no muestra sus mejores virtudes.

El tema comienza en diciembre de 2015, cuando de manera sorpresiva  y escribiendo una mala página en la historia gremial del país, el ministro de agricultura, Aurelio Iragorri Valencia le rapa a FEDEGAN el manejo del FONDO NACIONAL DEL GANADO – FNG – y de carambola finca las bases para un segundo hecho aun más lamentable: fracturar la base social ganadera nacional. El resultado hoy, a grandes rasgos, no puede ser más negativo y lo resumo así: la creación de dos instancias seudogremiales denominadas DEMOGAN y la NUEVA FEDERACION DE GANADEROS DECOLOMBIA – NFG – que intentan competirle a FEDEGAN con sus 57 años de experiencia y gran prestigio internacional, y, además, combatir un brote de fiebre aftosa que ya amenaza seriamente al país con volverlo a incluir en la fatídica lista de la que nos habían borrado ya hace nueve años.

Con el raponazo del FNG y sin mayores razones que lo justifiquen, el ministro nos quita también a los ganaderos el manejo de la campaña de vacunación que desde hace 23 años desarrollaba FEDEGAN de manera impecable para operarla en forma directa a través de lo que él denomina Cuenta Nacional de Carne y Leche. El despelote hubiese sido mayor de no ser por el compromiso de los comités regionales que, interpretando la importancia de la campaña de vacunación, la operan bajo la tutela del ministerio.

Ahora, arrepentido y ante la necesidad jurídica de entregarle el Fondo Nacional del Ganado a sus naturales dueños (por ley los fondos alimentados con las especies parafiscales de cada sector deben ser administrados por el gremio correspondiente), aplaza por novena vez (!) la apertura de una licitación para adjudicarlo, algo que ni el más osado de los burócratas hubiese siquiera imaginado.

¿Ustedes alcanzan a imaginarse dos o tres FEDECAFÉS y que de ellas la que resulte más consentida maneje el FONDO NACIONAL DEL CAFE? Sería tanto como politizar el manejo de la roya, cosa impensable por el grave riesgo en que quedaría uno de los renglones más importantes de la economía del país.

La independencia gremial es tan sagrada como la independencia de los poderes públicos. De no interpretarse así, estaremos en serios aprietos.