Estamos a pocos días (al momento de escribir esta columna) de que se realice la elección de una Asamblea Nacional Constituyente, la cual ha suscitado un rechazo generalizado tanto a nivel nacional como internacional por la forma en que fue convocada,a todas luces inconstitucional, y por las reformas que aunque no muy claras, pretenden fortalecer el régimen político del llamado “Socialismo del Siglo XXI”, actualmente liderado por Nicolás Maduro.
En el escenario por el cual está atravesando Venezuela, donde se contabilizan 115 días de protesta en contra del régimen, producto del continuado deterioro en la calidad de
vida y de la continua violación a los derechos constitucionales del pueblo venezolano, el llamamiento a una ANC lo único que ha logrado es exacerbar el clima político-social ya existente. Dentro de este marco, con unos bajos precios del petróleo, una pésima gestión pública y una desbordada corrupción, se desarrolla la actividad económica venezolana. En el año 2016, la economía se contrajo alrededor de un 17% con una inflación cercana al 750% y para el año 2017, se espera una caída de un 8% y una inflación del 1.500%. Esas son cifras realmente catastróficas para cualquier país.
Todo esto impacta de sobremanera la moneda, que ha venido perdiendo mucho valor en los últimos años. Por ejemplo, en la actualidad las reservas internacionales están en los mínimos históricos, lo cual ha restringido de manera importante la oferta de dólares, que aunado a un severo control de cambios, ha llevado el precio de la moneda norteamericana en el mercado paralelo a cifras alrededor de los BsF.8.800, valor que se utiliza para fijar los precios de los productos y servicios no controlados por el gobierno. Hoy en día los productos controlados por el estado son foco de
una gran corrupción. En la actualidad para comprar la canasta familiar se necesitan alrededor de 4 salarios mínimos.
La situación de Venezuela es muy complicada. En el supuesto de que el gobierno siga con su proyecto de la constituyente, las cosas van a cambiar, pero a peor. Más escasez, mayor inflación y mayor devaluación, porque la constituyente no va en la práctica a solucionar ninguno de estos problemas, más bien complica severamente la situación económica producto de la mayor conflictividad política. En el caso de que el gobierno parara el proyecto, el deterioro sería algo menor, pero no lo suficiente para sacar adelante la economía, aunque de alguna manera contribuiría a apaciguar los ánimos.
Qué salida le queda a Venezuela?. Pregunta difícil de contestar en estos momentos. Pero lo ideal es una salida constitucional, en donde las partes involucradas pactaran unos acuerdos con veeduría internacional que garantizaran que estos se cumplieran. De momento, llévese a cabo o no la ANC, la economía venezolana va seguir muy contraída y por lo tanto el deterioro de su moneda continuará y el valor del bolívar frente al peso seguirá a la baja, impactando negativamente como lo ha venido haciendo, la ya muy disminuida actividad económica en las zonas de frontera.
La recuperación de Venezuela pasa necesariamente por un cambio de régimen, y pronto.