El muy mencionado sexto sentido, junto a la intuición, la corazonada y el presentimiento, son cuatro conceptos muy asociados y por lo general sinónimos. Desde siempre hemos escuchado historias acerca del llamado “sexto sentido”, al que algunos representan como el tercer ojo, o el ojo interno, invisible, un concepto esotérico que nos habla de un vórtice energético y etérico que proporcionaría un nivel de percepción muy superior al que se obtiene con la vista ordinaria.
Pues bien, es exactamente eso: una capacidad innata o adquirida para absorber información y grabar imágenes – inclusive de manera inconsciente – a velocidades y en cantidades mucho mayores de lo que lo hace una persona promedio. Es algo así como tener un súper celular que, sin que nos demos cuenta, filma, graba y toma fotos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Todo ese cúmulo de información es almacenado en forma autónoma – sin proponérnoslo – en nuestra memoria y es utilizada luego para construir posibles escenarios y armar conjeturas con mucho mayor precisión de lo que lo hace un mortal cualquiera.
Esa mayor cantidad de información guardada es la que hace que notemos lo que los demás no notan, lo que da una ventaja enorme en todos los campos. Es de especial importancia para evitar una relación tóxica, un negocio desastroso o simplemente una mala decisión.
No en vano a muchas mujeres se les dice brujas: por naturaleza, tienen mucho más desarrollada que los hombres esa especie de esponja absorbente de información encriptada y eso es lo que les concede un gran poder sobre el sexo opuesto. Muchos ejercicios y pruebas de esto se han hecho a través de los años en diversas universidades, usted mismo, amigo lector de Unicentro Contigo, puede hacer un ensayo sencillo: cambie de lugar o saque un objeto de una habitación y pídale a un hombre y luego a una mujer que señalen la novedad. Se asombrará de la velocidad a la que ellas lo hacen. Esto no es solamente útil para pescar infidelidades sino que tiene usos mucho más interesantes.
Un hombre inteligente, que sabe procesar la información, se apoya en una mujer para sus propósitos comerciales y políticos.
Así como con técnicas apropiadas educamos el sentido del oído y otros aprenden a mejorar el del gusto para emplearse como catadores, o del olfato para ser perfumistas, igual pude hacerse con el sexto sentido. Lo primero es reconocer que, aunque incipiente, lo tiene. Comience entonces por hacerle caso a esos repentinos pálpitos que sienta, aprenda a diferenciar un prejuicio de un presentimiento: el primero es una idea o paradigma, el segundo es una sensación.
Practique la visualización de paisajes, cierre los ojos, concéntrese en su respiración, piense en un hermoso lugar, como Unicentro Cúcuta, y mire con atención cada detalle del paisaje. Luego escriba con detalles todo lo que vio. Haga esto por al menos 15 minutos cada día. También sirve mucho aprender técnicas de meditación, yoga o mindfulness, eso le ayudará a eliminar el estrés para concentrarte mejor.
Procure tener sueños lúcidos para aprender a controlar el inconsciente, ensaye, antes de dormirse piense en cosas del día que lo dejaron sin respuesta y al día siguiente anote todo lo que recuerde del sueño, se sorprenderá de la forma rápida en que absolverá dudas. Cierre los ojos y visualice una enorme pantalla blanca, luego comience a colocar en ella figuras geométricas (cuadrados, triángulos, círculos) y luego hágalas cada vez más complejas (meta círculos dentro de triángulos, etc.). Finalmente, desarrolle, mediante práctica, la habilidad de la empatía (comprender muy bien cómo se siente la otra persona frente a usted).
Haga todo eso y ampliará notablemente sus horizontes.