Desde el pedestal del Corcovado, el mítico Cristo redentor, brazos abiertos vigila la ciudad en apariencia inerme. La vista del mirador es un horizonte saturado de objetos en su mínima expresión, que en su tamaño real, hacen de Río de Janeiro lo que en realidad es: una ciudad de cifras descomunales. Lo es por su extensión de más de mil ciento ochenta kilómetros cuadrados. Por...