La fuerte reacción mundial en contra de Rusia por su agresión contra Ucrania hará que el país de Putin y de los zares regrese a la edad de piedra. Prácticamente todas las marcas más emblemáticas de USA y de Europa han anunciado que suspenden sus operaciones en Rusia, sumándose así a las decenas de empresas de todos los sectores económicos que en días anteriores tomaron una medida similar.
Los anuncios de la decisión de abandonar Rusia son especialmente significativos, tanto por el volumen de negocios como por lo simbólico de unas marcas que representan como ninguna otra el «american way of life” y cuya llegada a Rusia, en el particular caso de McDonald’s en 1990, se convirtió en su momento un acontecimiento de modernidad en la Rusia postsoviética. Ahora McDonalds anuncia el cierre de 850 restaurantes en Rusia en señal de protesta por el abuso criminal de Rusia.
McDonald’s anunció finalmente que cierra temporalmente todos sus locales porque no puede «ignorar el innecesario sufrimiento causado a Ucrania», aunque precisó que todos los empleados seguirán percibiendo sus salarios.
La compañía de comidas rápidas recuerda que lleva 32 años operando en el país y que sus restaurantes pueden preciarse de dar servicio a millones de rusos diariamente.
Horas después se sumó la cadena Starbucks, que aunque tiene cifras más modestas, con 170 locales ubicados en las partes más concurridas de las ciudades principales de Rusia.
Coca Cola, hasta ahora reticente a renunciar al mercado ruso, le siguió los pasos y, en un breve comunicado, anunció que suspende operaciones y seguirá evaluando la situación y el curso de los acontecimientos.
«Nuestros corazones están con la gente que está sufriendo los horribles efectos de estos trágicos acontecimientos en Ucrania», señaló la compañía con sede en Atlanta (Georgia, EE.UU.).
Su gran competidora, Pepsi, no pudo quedarse al margen y poco después anunció que suspende la venta de todas sus gaseosas (Pepsi y Seven Up, principalmente) y productos en Rusia, si bien no cierra sus plantas porque entre su negocio se cuenta una fábrica de productos lácteos que da trabajo a 20.000 personas y a otros 40.000 ganaderos en la cadena de suministro.
También Amazon, el símbolo del capitalismo de última generación, anunció que ha bloqueado nuevos accesos a sus servicios de la nube en Rusia y Bielorrusia, según informó la compañía en un comunicado.
Igualmente, otras importantes marcas globales aplicaron diversas medidas contra Rusia: las grandes tecnológicas -Google, Meta (Facebook), Apple y Youtube- interrumpieron sus servicios en territorio ruso, lo mismo que hicieron las compañías de pago internacional Visa y Mastercard, la multinacional del mueble Ikea o la de alimentación Nestlé. Estos dos últimos nombres demuestran que el movimiento de boicot no es exclusivamente estadounidense y que a él se suman compañías europeas de renombre, incluidas firmas generalmente alérgicas a implicarse en pronunciamientos políticos como las marcas del lujo LVMH, Hermès o Chanel, que también han cerrado sus tiendas en Rusia.
Desde el gigante energético BP, pasando por la multinacional Ikea, la marca de lujo Hermès o los más recientes filmes de las productoras estadounidenses.
El éxodo de empresas abarca múltiples sectores, como el energético o el tecnológico; y sus razones para abandonar el país van desde ser presionadas por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, Europa y sus aliados; los desafíos logísticos del conflicto o el riesgo reputacional que corre su imagen corporativa.
La energética Shell también anunció que se retiraba del país vendiendo su participación accionaria en las empresas conjuntas con Gazprom, entre esas, el 10% que posee en el proyecto Nord Stream 2, que se fue a la quiebra tras el inicio del conflicto bélico.
Pero no solo gigantes de hidrocarburos se han ido, sino que el éxodo también lo marcan firmas automovilísticas como General Motors, Ford, Volkswagen, Volvo, Daimler, BMW, entre otras, quienes han anunciado la suspensión de sus ventas y producción en dicho país y en el caso de la automotriz de Detroit, el cese completo de sus operaciones.
Las tecnológicas también han anunciado su retiro total o la suspensión de sus servicios en el gigante euroasiático. La sueca Spotify cerró su oficina local; Netflix frenó la adquisición de proyectos; mientras Microsoft, Electronic Arts, Oracle, Dell y SAP cancelaron la venta de sus productos. Google, Twitter, YouTube, Meta, Roku, Apple, entre otras, han suspendido el acceso a los canales mediáticos del Estado ruso y, en algunos casos, han limitado el cobro por publicidad. En el caso de Apple también se ha pausado la venta de sus equipos en Rusia.
Airbnb, la empresa de alquileres inmobiliarios también anunció que se va del país y del vecino Bielorrusia, tal como también lo hizo la multinacional sueca de muebles Ikea, despidiendo a 15.000 rusos.
Por otro lado, multinacionales del entretenimiento como Universal, Warner Bros, Disney y Sony, han suspendido los estrenos cinematográficos más recientes y empresas del sector moda, como Adidas, Nike, Hermès, H&M y Chanel, han suspendido la venta de productos en el país.
Pero quizás la afectación mayor sea la expulsión de Rusia del sistema de mensajería financiera SWIFT, lo que imposibilita cualquier movimiento bancario y financiero entre Rusia y el resto del mundo. Así las cosas Putin se quedará con sus cohetes y bombas, mientras el resto del mundo con unos pocos clicks lo desconecta y condena a vivir en la edad de piedra.