Dicen los diccionarios que ucronía se denomina un subgénero literario que se propone una reconstrucción alternativa de la historia, basándose en eventos que, si bien nunca sucedieron, pudieron haber ocurrido si los acontecimientos hubieran tomado otro sentido.

Parece un juego de palabras, pero esta definición parece estar ajustándose perfectamente a lo que viene sucediendo con la pretendida invasión rusa a Ucrania, donde una de las grandes potencias mundiales está siendo vencida por un pequeño y modesto país, apenas más grande que España. Ucrania será pequeña en territorio, pero gigante, y mucho, en moral y en el amor que sienten los ucranianos por su país

Básicamente, lo que hace la ucronía es preguntarse “¿qué hubiese pasado si…?”, y a partir de esa pregunta imagina un devenir histórico alternativo. En este sentido, la ucronía parte de un evento real, o de una sucesión de eventos de carácter histórico, que se desarrollarán en un sentido diferente al que conocemos.

Mucho se especula sobre la suerte de Europa y del mundo en general si Rusia llegase a invadir totalmente a Ucrania. Lo cierto es que el contraataque será feroz y rápidamente surgiría una insurgencia ucraniana. El apoyo llegaría de muchas direcciones, muchas fuentes y de muchas formas. Es difícil imaginar que la toma pueda sobrevivir. Pasaría a la historia como la más oscura de las horas más oscuras.

Occidente necesita tener entre los suyos a este país de Europa oriental para asegurarse de neutralizar el ímpetu expansionista de la Rusia de Putin, que es muy diferente de la Rusia de sus antecesores. Es muy claro que ese es el espíritu que anima al presidente Putin en sus ansias de regresar al pasado imperial y convertirse él en el nuevo Zar de todas las rusias.

Si Rusia consigue su objetivo con Ucrania hay que ir mirando cuál de sus vecinos será el próximo en caer. A menos que la OTAN decida otra cosa y el mundo entero se vea envuelto en una espantosa guerra nuclear.