Con el acuerdo de reunificación de las dos Coreas nace una súper nación de cerca de algo más de 80 millones de habitantes, que si bien tiene ahora disparidades en su desarrollo, muy pronto eso se superará y veremos un país muy fuerte y poderoso en todo aspecto.

Es una situación similar a la que se tuvo con la reunifi cación alemana, en la que una RDA empobrecida por el socialismo acepta derruir el muro que por 28 años la separó de la próspera y capitalista RFA.

Los coreanos, si bien tienen más de sesenta años de profundo distanciamiento político e ideológico, en sus genes conservan una milenaria cultura y filosofía de vida muy distinta a la que nos muestran otras naciones, como Siria, por ejemplo. Eso fue precisamente lo que permitió que los presidentes Moon Jae In y Kim Jong Un se pusieran de acuerdo para resolver la vieja disputa de la península y evitar así la tradicional y muy costosa intermediación norteamericana, inglesa o rusa, con la que las grandes potencias terminan quedándose con una gran tajada del
pastel.

En esta fusión será mejor no decirque la corea comunista sucumbe ante la capitalista porque, en realidad no hay vencedores ni vencidos, ni se trata de eso. Tampoco podrá venir el presidente Trump a arrogarse triunfos de su política internacional ni atribuirse créditos en este acuerdo porque fue precisamente el temor a su política y el deseo de evitar su intervención lo que animó a las dos coreas a unificarse. La combinación de la tecnología industrial del sur con la tecnología militar del norte la harán toda una potencia.