Tomar trago es todo un arte que es menester practicar hasta lograr el virtuosismo, a muchas personan se les dificulta aprenderlo y terminan pagando dolorosas consecuencias de diferente tipo.
A todos nos parecen aburridos y jartos los hombres y mujeres que no prueban licor alguno, creen tener cierta victoria moral sobre quienes sí bebemos, pero lo cierto es que los virtuosos no son ellos por no beber sino nosotros por saber hacerlo. Resultan sospechosos e incómodos en cualquier reunión porque no nos hacen sentir con la confianza deseada.
Es indispensable saber tomar trago porque es un instrumento de relacionamiento esencial en el mundo de los negocios, de la conquista amorosa o de simple esparcimiento con nuestras amistades. Si somos malos bebedores será mejor que nos quedemos en casa para no dañarles el rato a los demás..
Unos traguitos caen muy bien de vez en cuando por sus virtudes terapéuticas para el estrés, la hipertensión, el amor, el trabajo y muchas otras cosas. No estamos diciendo acá que debamos ser dependientes del trago para tener algún éxito sino que unas buenas copas ayudan. Además, hay veces y momentos en que el cuerpo lo pide, ¿cómo dar una serenata a palo seco, por ejemplo? ¿Cómo despedir de soltero a un buen amigo o a una hija sin aliviar la carga emocional con una buena dosis de whisky? ¿Cómo no brindar en el cumpleaños del jefe?
Beber sin emborracharse ni volverse desagradable es, repetimos, todo un arte en el que empleamos los cinco sentidos para manejar controladamente el nivel de alcohol consumido, para así poder disfrutar de manera consciente cada una de las etapas de la alteración de nuestro ánimo en la sesión etílica en que estemos. Es eso lo que nos coloca por encima de los demás, mostrándonos como personas de gran clase y autodominio.
No hacerlo nos genera muchos problemas y les causa muchas molestias a los demás. El buen manejo de los tragos no sólo evita vergüenzas sino desgracias, como lo vemos en la publicidad institucional que reza: ”con el trago no solamente se te van las luces”. Nada más detestable que un bebedor buscapleitos que extrovierte agresivamente sus frustraciones, el que vomita en público, o se duerme, o se pone atrevido con las damas y el que se vuelve vulgar.
Para comenzar el adiestramiento el bebedor inteligente debe tomar conciencia, antes del primer sorbo, que va a ingerir algo que le provocará algunas alteraciones en su conducta. Ahí está realmente el secreto: esperar a que cada trago haga su efecto y disfrutar a plenitud cada cambio que vaya sintiendo. Cuando sintamos que los efectos del trago anterior van pasando, nos tomamos el otro, y así sucesivamente para darle gradualidad al proceso. Un grave error es no dejar que cada trago haga su efecto y sobrecargarnos anticipadamente de alcohol.
Un segundo secreto es ser muy asertivo, tengamos claro que cada quien tiene su propia capacidad de absorción de alcohol, conozca bien la suya y tenga el coraje necesario para manejar sus propio ritmo, jamás permita que le “embutan” trago. Procure no beber con extraños, a menos que se encuentre en un cóctel. Las dos primeras horas, bebiendo con sus propios intervalos, le sirven para romper el hielo en una reunión, le hacen más conversador agradable, observar a sus compañeros del momento y estar alerta al análisis que hacen ellos de usted.
Las dos horas siguientes son las del corazón, viene entonces la exaltación de la amistad, la nostalgia por la que se fue y el deseo irrefrenable de llamarla, usted estará envalentonado para una nueva conquista, los embellecedores están haciendo su trabajo al 200%, en fin, usted está predispuesto para el amor. En esos momentos somos generosos, cariñosos, efusivos y alegres, son las dos horas más deliciosas de una fiesta y por ello es un error arruinarlas bebiendo apresuradamente.
Cuando usted note que esta etapa esté terminando – y si ha hecho caso de no desconectar ni un segundo su conciencia – sentirá que lo que sigue ya no es tan agradable, viene una etapa de simple aguante en la que los tragos no despiertan el mismo entusiasmo de los primeros, no le estimulan conductas alegres sino que comienzan a afectarle severamente la conciencia. Va a empezar una borrachera que no les resultará agradable ni a usted ni a nadie. Es el momento de despedirse y escapar de allí, antes de cometer errores como quedarse dormido, proponer matrimonio, conducir el auto con sueño, hacerle propuestas indecentes a la esposa del jefe, provocar una tonta discusión hasta los puños con un amigo o darles a los hijos, al llegar a casa, el espectáculo grotesco de verlo reñir con su esposa.
Beba, pero aprenda a hacerlo, con más veras si usted es mujer. Es un buen propósito para el año que comienza.