Desde hace años se especula con la posibilidad de que los Estados Unidos decida invadir a Venezuela para derrocar al dictador enemigo y colocar un gobierno amigo, lo que aliviaría sustancialmente la actual situación tan crítica que viven los venezolanos y, además, le permitiría un futuro más promisorio en todos los órdenes.
Esa idea es descartada por casi todos los gobiernos latinoamericanos y por los pacifistas que creemos que la vía armada no es la solución. Sin embargo, esa posibilidad comienza a cobrar sentido cuando resulta que, de no hacerse, y bien pronto, los chinos habrán instalado en Venezuela – patio trasero de USA – plataformas de misiles nucleares, tal como ya lo había intentado hacer la extinta URSS en Cuba en 1962. Eso sería el mayor reto posible al gobierno norteamericano y a la OTAN, que vería así amenazado a su socio principal.
Ese escenario, sumado al triunfo de Bolsonaro en Brasil le confieren mayor probabilidad a una intervención militar en Venezuela, que más que por razones humanitarias por los venezolanos, se daría por razones de la geopolítica por la seguridad de los gringos.