Maduro no quiere ver, y por eso se va a caer. Además todo el mundo lo empuja: su propio partido, la oposición, algunos militares retirados y ahora, Trump, a quien Maduro trató de “pelucón bandido y ladrón”. De manera que la probabilidad de que caiga es muy alta. En cualquier momento tendremos noticias de su salida del poder y del país.

Por desgracia, como si no fuese ya suficiente tragedia su permanencia en el cargo, su salida podría provocar un baño de sangre aun peor del que hasta ahora han vivido por cuenta de la represión de la GNB, del SEBIN y demás cuerpos del terror, como los que han tenido los dictadores sanguinarios, Pinochet con su DINA, el SIDE de Videla, los Tonton Macoute, de Haití, el SIM de Trujillo en República Dominicana, o el temible JNA de Yugoeslavia en la época de Tito. La historia nos muestra como común denominador una vertiginosa espiral de violencia y represión en el ocaso de todos los dictadores, lo cual, dicho sea de paso, acelera sus caídas o muertes. El caso de Maduro adquiere visos dramáticos porque pareciera que su escaso intelecto no le permite percibir el inmenso repudio que le tiene su pueblo y se embriaga en la extravagante idea de su popularidad,basada ella en unos pocos miles de áulicos financiados por él mismo. Como si no fuera suficiente, amenaza con ponerse bruto (más?).

Esto le hace adoptar actitudes arrogantes que resultan insufribles para los venezolanos. Continua abusando de las cadenas de radio y televisión con temas y mensajes que incrementan la repulsión que su figura provoca, con lo que desaprovecha semejante herramienta para tratar de mejorar su imagen. Ha perdido toda credibilidad por la gran cantidad de mentiras que dice, como las de su nacimiento en cuatro sitios, con lo que pareciera que lo hicieron por partes y alguien perversamente lo ensambló.

Lo que ahora parece haber marcado su final fue la decisión equivocada de imponer un presupuesto nacional que no fue aprobado por la Asamblea Nacional, lo cual lo hace a todas luces espurio y automáticamente saca al país del mercado financiero, vale decir, nadie le prestará, le financiará ni le comprará bonos. Con ello, para usar sus términos de hombre ignorante, se ha “autosuicidado”. El primer efecto fue el alza fuerte del dólar por la dramática escasez actual y futura y su terrible efecto sobre la oferta de alimentos y medicinas. Ya el dólar se acerca a los tres mil bolívares fuertes (tres millones de bolívares tradicionales).

Así las cosas la ira del pueblo se vuelve indomable y comienza a validar la letra de su himno nacional: abajo cadenas. Ya sin tener nada que perder, porque ya lo perdieron todo, los venezolanos no escuchan arengas revolucionarias ni baratos discursos socialistas. Quieren sacarlo, como sea, de Miraflores. Pero el tipo no ve ni escucha a la gente y cree que con su locuacidad puede apaciguar el hambre, la enfermedad y la inseguridad. Por su corta inteligencia y larga terquedad no vislumbra su renuncia pacífica como una alternativa decente para solucionar su problema y el del país, tratará entonces de victimizarse y hacerse el mártir mientras sus fuerzas de seguridad masacran a una buena cantidad de gente antes de huir al exilio.

Si no cae este mes lo hará el otro, o el siguiente. Ya no es cosa de esperar años. Maduro no puede dormir tranquilo, lo hace con un ojo abierto. Sabe que van por él.