Aquello de que hay siete mujeres por cada hombre es cuento viejo y chimbo. Esto dice la Organización Mundial de la Salud: “En la especie humana, la relación entre varones y hembras al momento del nacimiento se inclina a favor del sexo masculino”. Desde hace varias décadas nacen más varones que hembras, en una proporción de 105 nacimientos masculinos por cada 100 femeninos.

Sin embargo, debido al proceso evolutivo, al llegar a la edad adulta y especialmente en la madurez, es notoriamente mayor la población femenina que la masculina. Los hombres tienen mayor riesgo de morir por causas externas como accidentes, heridas, violencia y guerras.

Pero el tema da para mayor análisis: si se considera que en el esperma la variación cromosómica Y y X está presente en igual proporción, entonces la explicación de por qué nacen más niños que niñas, podría estar en lo que ocurre con los fetos en el vientre. Por ello se cree que este desequilibrio se inicia en el momento de la concepción, vale decir, la balanza se inclina a favor del sexo masculino durante el embarazo porque es en este periodo la mortalidad fetal en niñas es mayor, en los embarazos que llegan a término hay más niños que niñas.

¿Y o X? Son varios los factores que influyen en que el óvulo sea fertilizado por un cromosoma Y, correspondiente al sexo masculino, o por uno X, que determina el sexo femenino, tales como la edad de los padres, los ciclos de ovulación de la mujer y la alimentación.

Resulta un dato muy interesante a tener en cuenta por quienes desean tener una niña es que si aumentan sus relaciones sexuales varios días antes de que la mujer ovule y posteriormente se abstienen, aumentarán sus probabilidades de éxito debido a que el esperma con el cromosoma X, que sobrevive por más tiempo, pero se mueve lentamente, le “gana” al Y.

Ahora, si lo que se desea es un varón la relación sexual debe hacerse poco antes o poco después de la ovulación porque el esperma con el cromosoma Y puede llegar más rápido al óvulo. Para algunos científicos, sin embargo, no es mucha la evidencia que respalda esta teoría, pero, al parecer, funciona.

De no ser así no queda de otra que acudir a los viejos consejos de las matronas, tales como que antes de cada relación sexual debe lavarse muy bien la vagina con bicarbonato de sodio para alterar el ph y así facilitar la entrada de los cromosomas Y, o también procurarse una posición en el acto que permita acercarse lo más posible al cuello del útero y facilitarle el camino a los Y.

Se recomienda igualmente aumentar el consumo de carnes rojas, fríjoles y huevos (bandeja paisa) por la enorme cantidad de sodio y potasio, igualmente la mujer debe procurar alcanzar el orgasmo antes que su pareja para que sus secreciones le den una ayuda a los gametos Y a llegar a feliz puerto.