No hay semana en que no aparezca alguna nueva dieta que garantice total efectividad para bajar de peso. Que la dieta vegana sí, pero que la vegetariana es mejor, o la de la papaya, la del pepino, la del vinagre de manzana con agua caliente y otras 95.600 dietas que son recomendadas en el voz a voz con nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo.
Y si no funciona ninguna dieta, igual cada año se nos dice que ahora sí salió la cirugía que pondrá fin, definitivamente, a nuestra obesidad, entonces la gente corre a ensayar que si el balón, que la banda o cinturón gástrico, el bypass, la liposucción, la plicatura gástrica o la abdominoplastia.
Y así se nos va la vida, y el dinero, en una lucha permanente por vernos delgados, pero sin analizar bien primero lo que nos pasa.
Un programa de la BBC de Londres – The Truth About Obesity (“La verdad sobre la obesidad”) – estudió cinco factores que pueden estar afectando nuestro peso y no lo sabemos. El primero de ellos es el tipo de microbios intestinales que tenemos. Es sabido que cada vez que almorzamos alimentamos a unos 100 billones de microbios que viven normalmente con nosotros, sólo que los hay de diversas clases y resulta que entre mayor sea la variedad que de ellos tengamos en nuestro organismo más posibilidades tendremos de no ser obesos.
Quienes concentran su población de microbios en unas pocas especies son más propensos a engordar. Para ampliar la gama de microbios se debe comer: cereales, frutas, verduras, fríjoles, legumbres y nueces.
El segundo factor ya no depende de nosotros, se refiere a la suerte que tengamos en la lotería de genes. Hay por lo menos 100 de ellos que inciden en nuestro peso y una de cada 1.000 personas tiene una versión defectuosa y perversa del que se conoce como MC4R, cuya misión es controlar en el cerebro el hambre y el apetito. Si el gen nos tocó defectuoso comemos más de lo que necesitamos.
El tercero está determinado por la luz del día. El cuerpo humano nace programado para consumir más eficientemente las calorías cuando estamos con luz diurna, por eso muchas personas que trabajan en horarios nocturnos deben esforzarse más para no subir de peso, pues al cuerpo le cuesta mucho trabajo quemar grasas y calorías cuando está oscuro. Para no engordar no se deben ingerir alimentos después de las siete de la noche. Un estudio revela que por razones laborales los ingleses corrieron la hora promedio de la cena de las 5 pm a las 8pm y eso ha incidido en que la población presente mayor obesidad.
El cuarto factor que nos hace engordar se combate jugándole trucos al cerebro, engañarlo escondiéndole cualquier tentación visual (todo entra primero por los ojos), esa es, además, la mejor manera de ayudarle a nuestra fuerza de voluntad. Hay que esconder postres y dulces, mantenernos alejados, no mirarlos siquiera. Tratar de que nuestra mente los olvide, como a un mal amor. Cambiarnos a una vajilla con platos más pequeños, acostumbrarnos a comer un 10% menos de lo habitual.
Finalmente, como factor positivo se encontró que quienes se han hecho una cirugía bariátrica sufren alteraciones que les hacen producir mayor cantidad de hormonas que les generan la sensación de saciedad, entonces científicos del Imperial College de Londres han creado en laboratorios a tales hormonas y se inyectan cada día durante cuatro semanas con resultados de hasta 8 kilos de reducción de peso en un mes.