Definitivamente es cierto aquello de que no hay mal que con su bien no venga. Es el caso de que gracias a la tragedia humanitaria vivida por el éxodo venezolano se ha dado un enorme caso de éxito con la archiconocida arepa venezolana. Son miles y miles de venezolanos que han logrado sobrevivir haciendo conocer y vendiendo en el mundo entero esta popular preparación hecha a base de maíz.
La vieja discusión acerca de si la arepa era originaria de Colombia o de Venezuela ha quedado zanjada a favor de los venezolanos luego de que algunos estudiosos del idioma determinaron que la palabra arepa proviene del vocablo indígena “erepa”, que los Cumanagotos – tribu de los Caribes que habitaba la región noreste de Venezuela – utilizaron para nombrar el maíz, ingrediente básico en la preparación de este alimento.
Cada día conocemos de nuevos casos de éxito de la incursión de la arepa en los paladares de toda Europa, de los Estados Unidos, Canadá, Sudamérica, Centroamérica, Asia y Oceanía. Son escasísimos los casos en el mundo – salvo la pizza – de alimentos tan populares en todo el planeta como la arepa venezolana.
Hacemos el énfasis en “venezolana” porque sus características son las que la hacen tan especial, a diferencia de la colombiana, que tiene muchas formas de preparación, como la paisa, la santandereana, la boyacense, etc.
La harina precocida de maíz es el ingrediente fundamental de las arepas, un plato básico de la cocina venezolan. Antiguamente el procedimiento para procesar el maíz hasta hacerlo apto para este uso (maiz pilado) era muy complicado e implicaba una serie de laboriosos pasos para quitar la cáscara y el lumen (la parte germinal) de los granos.
El ingeniero mecánico venezolano Luis Caballero Mejías, inventó en 1954 el procedimiento industrial respectivo para su propia empresa La Arepera, C.A. En junio de 1954 el gobierno venezolano concedió la patente para procesar la harina de maíz, la cual más tarde sería comprada por el empresario Lorenzo Mendoza Flaury, quien con ella comenzaría a producir y comercializar la que sería conocida después con el nombre comercial de Harina P.A.N.
Es comercializada en más de 90 países y es producida en enormes plantas ubicadas en los Estados Unidos, en Italia, en España, Colombia y Venezuela. La planta colombiana abastece los mercados de Ecuador, Chila y Perú.
No es un asunto sencillo, porque no puede ser cualquier planta: la Harina P.A.N. se produce en líneas libres de gluten y requiere una tecnología propia creada por Polar, que la empresa tiene que asegurarse de instalar en cada fábrica.
Esas plantas tampoco pueden surtirse de cualquier maíz, sino del que cumple las especificaciones y puede producir el sabor específico de la Harina P.A.N, que no es el mismo sabor a cal de la harina de maíz mexicana, por ejemplo. Hay que adaptar cada planta a las normas locales sobre origen y calidad de la materia prima, que varía en aspectos como si el maíz puede ser transgénico o no.
Esta es una de las claves más importantes del crecimiento de la arepa venezolana en los últimos años. El sabor de una “reina pepiada” es el mismo, bien sea que la comamos en Santiago de Chile o en Madrid, en Amarillo Texas o en Bogotá. Son muchas, muchísimas familias que encontraron su redención económica vendiendo arepas venezolanas en las calles del mundo entero.