Eso de que el color azul es para los niños, mientras que el color rosa es para las niñas, es paja. Ni lo uno ni lo otro es cierto, el género no tiene color.
Desde rato la ropa infantil ha sido objeto de análisis y críticas por parte de un gran número de consumidores, que ven en los mensajes de las prendas, colores y diseños un claro ejemplo de sexismo. Nuestro comportamiento como adultos o las frases que decimos inconscientemente a los niños, van calando en ellos poco a poco, ayudando a acentuar los roles de género. Los padres debemos tomar conciencia de esta situación, y apostar por educar a nuestros hijos en la igualdad y el respeto.
No existen colores de niños o de niñas, cualquier persona puede elegir ponerse una prenda rosa, azul o del color que desee. ¿Qué importa? Los colores son simplemente eso: colores.
Es importante que tanto la ropa, como también los juguetes, respeten la individualidad del niño y sus gustos, y no le orienten en sus elecciones. Es estupendo que una niña decida optar por el rosa y los brillos, y que un niño elija el azul y las estampaciones de superhéroes, pero ofrezcamos también la posibilidad de cambiar las normas si así lo desean nuestros hijos.
Es por ello que cada vez más firmas de ropa han comenzado a fabricar moda infantil de género no específico o neutro, en donde los niños deciden cómo quieren vestir con independencia de colores, estampaciones o sexo.
Lo que está claro, es que la mentalidad va cambiando en favor de la igualdad entre niños y niñas, ya sea gracias a la educación de las familias, como a las medidas que comienzan a tomarse a nivel social, desde escuelas, empresarios y publicidad.
¿Las niñas prefieren el color rosa porque de manera natural se sienten identificadas con él o es debido a una percepción cultural del mismo? ¿Es el azul el color favorito de los chicos porque es una tonalidad históricamente masculina o es otra asociación a la que se ha llegado debido a los medios y la sociedad?
La verdad es que si nos remontamos al siglo XIX no vemos un uso preferente de uno u otro color en la ropa de los niños, sino que normalmente se solía vestir a los pequeños con blanco o negro y se utilizaban materiales más pesados como el terciopelo. Es a partir de inicios del siglo XX en el que se empiezan a usar colores diferentes para la vestimenta de los niños dependiendo de su género.
Sin embargo, nos encontramos con que curiosa e históricamente los colores se asociaban a la inversa, es decir, el rosa era usado para los chicos y el azul para chicas. ¿Y por qué? Porque el rojo se asociaba con la valentía, la fuerza, la sangre y el rosa se utilizaba para los bebés varones al ser una tonalidad menos agresiva derivada de ese color. Es decir, no hay raíces ancestrales que justifiquen estas preferencias. Y tampoco hay razones genéticas.
¿Entonces cuándo es que se comienza a extender como una plaga la asociación femenino-rosa/masculino-azul? Sorprendentemente no es hasta los años ochenta que la publicidad, los fabricantes y la sociedad cambia radicalmente en su categorización de estos colores por géneros, también es este momento en el que se comienza a usar las tonalidades más suaves en la ropita, tendiendo a utilizarse tonos pastel y cuando se empiezan a comercializar a grandes niveles juguetes diferenciados por sexos y colores, como fue el caso del fenómeno Barbie.
Podemos concluir entonces que las diferencias de colores por géneros son una cosa relativamente moderna y totalmente arbitraria dependiendo del mercado y la publicidad. Los niños de hoy serán los adultos del futuro, y gracias a la educación que reciban libre de prejuicios y estereotipos, lograrán eliminar muchas de las actitudes sexistas que todavía existen en la sociedad.
Autora: Daylín Carballo Laforte