Cada año aparecen publicadas diversas dietas, las cuales son presentadas como la gran revelación que ahora sí nos hará adelgazar. Así hemos conocido y probado algunas como la Keto, que es una de las más famosas, pero no por ello una de las más beneficiosas para la salud. Por el contrario, se encuentra entre las menos saludables, ya que no es apta para todo el mundo, pues reduce el consumo de carbohidratos hasta el 10% y si te pasas podría ser muy peligroso al caer en cetoacidosis.
La dieta Dash es una de las más saludables, aunque tampoco hace milagros. Consiste en alimentarte a base de fruta, verduras, lácteos, granos enteros y mucha, pero que mucha fibra, para así obtener sus beneficios como la pérdida de peso o mejoras en la presión sanguínea.
La dieta Perricone ganó popularidad después de que la reina Letizia la popularizara. Consiste en reducir las calorías diarias hasta las 1.200 para conseguir perder peso estableciendo un plan de 3 o 28 días con menús concretos. Los alimentos permitidos son muy limitados, basados en verduras, frutas y aquellos ricos en omega 3.
La dieta de tallarines shirataki consiste en ingerir estos alimentos saciantes que, al contener un compuesto sin calorías que retiene el agua llamado glucomanano, hincha el estómago reduciendo el apetito. Sin embargo, esto no es sostenible en el tiempo, ya que es no es bueno que una persona consuma solo este alimento, pues no aportan ningún tipo de nutrientes y podrían causar malnutrición.
La dieta disociada está relativamente poco contrastada, pues muchos expertos sostienen que no hay evidencia científica de que ayude realmente a bajar de peso, además de no enseñar hábitos saludables de alimentación mantenidos en el tiempo porque es muy complicada de llevar a cabo a largo plazo, pues consiste en dividir los alimentos según sus nutrientes para saber cuáles puedes consumir.
La dieta frutariana no es recomendable, pues basar toda la alimentación en frutas podría acabar produciendo un déficit importante de proteína, calcio y de grasa, así como vitaminas.
El ayuno intermitente es más un patrón de alimentación que una dieta. Puede llegar a tener un gran impacto positivo en la salud y metabolismo, ya que puede ayudar a controlar el peso de forma saludable. Consiste en realizar pausas largas de comida, de entre 14 y 16 horas aproximadamente para consumir todas las calorías del día en las horas restantes. Además, para ver más resultados se recomienda excluir alimentos poco saludables como los ultraprocesados o los azúcares añadidos y grasas saturadas.
La dieta mediterránea es conocida como una de las mejores dietas por sus innumerables beneficios para la salud, como la reducción de peso y la prevención de distintas enfermedades, como las cerebrales, las cardiovasculares y las metabólicas. Consiste en alimentarse de verduras y hortalizas, frutas, cereales, legumbres, frutos secos y aceite de oliva, es decir, realmente no excluye ningún tipo de producto, lo que la convierte en la mejor dieta de todas.
Cada mes parece haber una nueva dieta circulando en internet. Ahora la última moda es la dieta nórdica que, según algunos, podría ser mejor para la salud que la dieta mediterránea. La ciencia está empezando a sugerir que al menos podría tener algunos beneficios similares.
La dieta nórdica se basa en los alimentos tradicionales disponibles en los países nórdicos. Los alimentos básicos que comprende son los cereales integrales (en particular, el centeno, la cebada y la avena), las frutas (especialmente las bayas), los tubérculos (como la remolacha, la zanahoria y los nabos), los pescados grasos (como el salmón, el atún y la caballa), las legumbres y los lácteos bajos en grasa. Anima a comer más verduras y menos carne, las algas marinas tipo quelpos son habituales en la dieta nórdica y aportan yodo, ácidos grasos omega-3 y vitamina D.
Quizás la característica clave de la dieta nórdica es que induce a la gente a incluir una amplia gama de alimentos disponibles de forma local, como musgos, semillas, verduras y hierbas (incluidas las que crecen de forma silvestre).
La lógica indicaría que las dietas deben corresponder a la ubicación geográfica del individuo. Cada región del mundo provee los alimentos apropiados para cada clima y demás características. No parece muy apropiado que quienes vivimos en el trópico sigamos dietas propias de zonas del planeta con las que no compartimos ninguna identidad cultural.
Aunque la mayor parte de la dieta nórdica y la dieta mediterránea se compone de plantas, el tipo de plantas es muy diferente. Por ejemplo, a las personas que siguen la dieta nórdica se les anima a comer alimentos como algas marinas y quelpos (que son ricas en nutrientes como yodo, ácidos grasos omega-3 e incluso vitamina D), así como otras verduras y frutas disponibles localmente.
Para la dieta mediterránea, la gente incluye verduras de hoja como la espinaca, así como cebollas, calabacines, tomates y pimientos, que son todos autóctonos de la región, y además nos resultan más deliciosos.