El director de esta revista me invitó a conocer un nuevo talento cucuteño del deporte, con gran proyección internacional. Fue una agradable sorpresa escuchar a un niño, a un preadolescente, decir que con orgullo representa a su región y a su patria. En los años venideros los medios repetirán una y otra vez, este nombre de especial resonancia: Santiago Gil Gil.
Un muchacho de catorce años de edad que desde hace diez años se dedicó a practicar un deporte que, como el golf, exige una condición particular, precisamente por el modo como se juega. Cuando le preguntamos de qué se trata esta particular disciplina, entendimos perfectamente el porqué de su evidente potencial para jugarlo. Su respuesta elemental, es la definición más impecable que pudimos haber hallado: «El propósito del juego, es que el deportista introduzca la bola en los hoyos repartidos por todo el campo. Es un deporte de exactitud, de precisión». Nos explicó Santiago mientras acomoda sus espejuelos.
Sus respuestas están cargadas de un perfume de conmovedora madurez. Un aroma de certeza del niño hombre que sabe qué quiere y para donde va. Contesta con un poder de síntesis y una clarividencia tal, que ni el golfista más experimentado habría explicado como él, con artes de maestro didacta, los secretos de un deporte que, según Santiago, depende de la fortaleza mental del jugador. Según su manera de jugarlo y entenderlo, no existen misterios. El secreto reside en la certeza. Dice con convicción «Es un cinco por ciento de técnica y un noventa y cinco por ciento de concentración»
Santiago no se guarda nada para expresar su admiración por el espejo donde se quiere reflejar; un tal Jordan Spieth. Se trata de otro joven, cuya índole está determinada por la genialidad precoz, pues con apenas 24 años, ya logró ganar en 2015, todo cuanto puede soñar un golfista profesional: Masters de Augusta, el Abierto de los Estados Unidos y el Tour Championship. Además, acumula siete victorias más, en apenas cuatro años compitiendo en el PGA Tour, que es la Asociación de Jugadores de Golf de América, organizadora de los torneos disputados en esas tierras. Cuando le preguntamos cuálera el techo de su carrera, respondió con naturalidad y con una evidente seguridad en el tono de su voz: el Master de Augusta. Contra pregunté si era su sueño, y su respuesta nos resultó admirable. «Creo que es bueno hacer una precisión» nos respondió levantando su índice derecho. «Ganar Augusta no es un sueño, es un proyecto» entonces, el director y yo nos miramos, más sorprendidos aún, pero conscientes que la diferencia entre un sueño y un propósito, radica en la audacia de quienes no atraviesan límites al tamaño de sus aspiraciones.
Pero ¿qué hace de Santiago Gil un deportista diferente? Seguramente esa prematura madurez que se extiende a todos los órdenes de su vida y que le permite una fluidez mental para analizar con rapidez y adaptarse a los cambios que le plantean el golf y la vida misma. El resto está enmarcado dentro de los términos normales de cualquier joven de su edad; le gustan las series de televisión, dedica horas a buenos libros, se desvive por un plato de buena carne en todas las modalidades factibles, pero en lo posible, con la sazón de su casa.
También le encanta el futbol, se inclina por el Barcelona y no por el Real Madrid, y por consiguiente prefiere a Messi y no a Cristiano.
Sus cimientos para ganar parten de una premisa muy básica pero efectiva: Santiago Gil, dice no jugar contra los rivales. Lo hace contra las canchas. Para ello calcula la cantidad precisa de golpes, y asume dos reglas de oro que aprendió a su corta edad. La primera es que competir es más importante que jugar. Y la segunda, es que siempre hay que jugar con placer.
Bien criado por una familia por la que dice darlo todo, su mamá, Cristina, es sin lugar a dudas su inspiración. Bien preparado por unos maestros que le enseñaron la técnica y la sagacidad del juego. Santiago es tan transparente y justo en sus opiniones, que no duda en dar crédito a sus formadores. Dice saber lo que sabe de golf gracias al profesor Fernando Sánchez, mientras que Juan Camilo Giraldo y Laura Sánchez le inculcaron la perseverancia, y de Carlos Ardila, aprendió una premisa que nunca olvidara mientras juegue al Golf. «A los torneos no se va a ganar un trofeo, uno va a ganar lo que se merece» le dijo.
Así es Santiago Gil Gil, un portento que sabe respetar los tiempos y las etapas, pues afirma que paso a paso se lograran los propósitos. Y Santiago ya los está alcanzando, muy pronto nos dará grandes noticias, como Jossimar y James.