El gobierno, en cabeza del presidente, ha anunciado que el 16 de marzo presentará al congreso el proyecto de eliminar tres ceros al peso, lo que ha generado todo tipo de polémicas acerca de la conveniencia o no de tal medida, considerando que Colombia no tiene los niveles de inflación o de devaluación que la justificarían.
Los argumentos del gobierno, como en casi todo, son bien discutibles. Arguye que se hace para simplificarles las cosas a las organizaciones –
esencialmente a los bancos -, las cuales, supuestamente, tienen serias dificultades administrativas en sus manejos contables por ser cifras de muchos dígitos. Esto, en gracia de discusión podría ser cierto, pero también lo es que las cifras que manejan en sus transacciones en el diario vivir la inmensa mayoría de los colombianos no exceden cifras de 8 dígitos (hasta $99.999.999), con lo que los beneficiados con la medida serían poquísimas personas.
Para reforzar le defensa de la medida dice el gobierno que es la manera más eficaz de anular por completo las caletas de la mafia, como si estas estuvieran representadas en pesos y no en dólares, y como si los dos próximos años que tardaría en ejecutarse no fueran suficientes para deshacerse de ellas a través de adquisición de toda clase de activos, inclusive de la compra de dólares.
Además, la época fantástica de las caletas repletas de dinero, al estilo de Escobar y Rodríguez Gacha, pasó a la historia. Ahora las caletas están representadas en supermercados, ganado, fincas e inmuebles de lujo. Por su parte, los argumentos de los enemigos de eliminar los tres ceros no se limitan a cuestionar el altísimo costo de reimpresión de billetes, de acuñar nuevas monedas y, sobre todo, de hacer la pedagogía entre la población acerca del manejo de las nuevas denominaciones y de los necesarios redondeos al peso (pago de pasaje en buseta, por ejemplo), lo que tiene un gran efecto inflacionario y hace que sea una medida muy regresiva que castigará los bolsillos de quienes menos tienen. No tenemos niveles inflacionarios que lo justifiquen, hoy día la gente se encarta con un billete de cien mil pesos porque no lo cambian fácilmente,
El gasto en que hay que incurrir se compadece con la situación económica del país (alto endeudamiento, baja calificación de riesgo). Pero, con todo, el razonamiento que resulta más preocupante es el efecto sicológico de una medida orientada a inducir en la mente del pueblo la pobreza, tal como se hizo en Venezuela. Los pecios de las cosas no son los únicos que perderán los tres ceros sino los ingresos de la gente también. Ya usted no se ganará, por ejemplo, dos millones de pesos, sino dos mil pesitos. Y por el efecto inflacionario antes de dos años para vivir necesitará 4.000 pesitos, y luego 10 mil. Y así. A lo venezolano.