De un tiempo para acá se oye hablar cada vez con mayor frecuencia del concepto de economía circular. Esto se ha vuelto tendencia, no solamente en los círculos académicos bogotanos, sino en todos los ámbitos, en todo el país y en el mundo entero.
La economía circular bien puede considerarse como un efecto de la preocupación del hombre, en particular del hombre empresario por la protección del medio ambiente, o lo que es lo mismo, por el cuidado del planeta.
Para una mejor comprensión del concepto este puede resumirse en que es un sistema de aprovechamiento de recursos donde prima la reducción de los elementos, gracias a que los residuos en los procesos productivos se convierten en recursos: todo el material biodegradable vuelve a la naturaleza y el que no lo es se reutiliza. La operación se activa con fuentes de energía renovables, evitando al máximo la utilización de combustibles fósiles.
Los productos se conciben pensando no solo en su vida útil sino en su integración posterior con la naturaleza, en un modelo perfecto de ecología industrial y territorial, se produce lo mínimo indispensable y se prevé la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente.
Hay varias maneras de adherir a esta tendencia, basta revisar cada etapa de nuestros procesos productivos y comerciales para encontrar puntos de entrada al círculo virtuoso de este modelo económico que trae ingentes beneficios a las empresas, a los consumidores y al planeta. Un ejemplo de esto lo vemos en las granjas integrales, en las que, en un terreno relativamente pequeño, de unas cuatro hectáreas, bien puede vivir una familia de cinco personas sin tener la necesidad de salir al pueblo a comprar nada, gracias a la integración de sus recursos. Todo es cuestión de una buena planeación de la granja, tres o cuatro vacas no solo producen leche suficiente para producir varios quesos y otros derivados, sino que también pueden producir energía eléctrica gracias al manejo de su estiércol y el de los cerdos y gallinas en un biodigestor relativamente sencillo de construir que produce el gas necesario para alimentar un generador eléctrico y encender las estufas.
El concepto de economía circular está tan desarrollado que, en la ciudad de Rotterdam, en Holanda, han comenzado a construir carreteras utilizando plástico recuperado de los inmensos basureros que hay en el mar. Con ese material fabrican bloques de polímero bajo que representan enormes ventajas frente al método tradicional con asfalto, en términos de rapidez y resistencia. En Taiwán hay empresas dedicadas a reciclar la basura proveniente de aparatos electrónicos para convertirla en material de construcción. El programa de Gestión Integral de Residuos Sólidos del aeropuerto El Dorado, de Bogotá, actualmente recupera el 52 % de la basura generada en el aeropuerto y espera en 2021 dejar de llevar el 65 % de los residuos al relleno sanitario de la ciudad.
Cuando el mundo entero aplique esta misma tecnología le estaremos evitando a la fauna marina el terrible daño que hoy día le causan los desechos plásticos. Se trata de romper el paradigma de la economía lineal de comprar, usar y tirar, para cambiarlo por el de la economía circular: reducir, reutilizar y reciclar. Pronto comenzaremos a ver sellos que acrediten que una empresa productora sigue los lineamientos de la economía circular, igual que hace unos veinticinco años se empezaron a ver los sellos internacionales de calidad que indujeron a todo el mundo a entrar en esa cultura.