Es fácilmente perceptible el nuevo espíritu que anima a los colombianos luego de las últimas elecciones. Se siente en el ambiente un nuevo aire, se aprecia en las caras de la gente un sentimiento alegre y de confianza en el país, y también se escucha en toda conversación que existe la seguridad de que todo en el país mejorará a partir del mes entrante gracias a la llegada del nuevo gobierno.

Es dable esperar que poco a poco se vayan a ir cumpliendo todas y cada una de las promesas de campaña, más aun en el caso de Cúcuta, donde tales promesas se circunscriben esencialmente a la aplicación efectiva de una ley preexistente, sin comprometer en absoluto la observancia de la llamada regla fiscal. Pero es claro también que nuestro papel no puede en modo alguno limitarse a esperar a que nos hagan cosas, sino que tenemos que anticiparnos con iniciativas bien estructuradas en materia de inversión pública, de política migratoria, aduanera, tributaria.

Ha dicho el nuevo presidente que Colombia Unida puede lograr cualquier cosa, eso mismo podemos decir de Cúcuta y el Departamento, donde los resultados obtenidos en las últimas elecciones muestran una nueva realidad política que no puede pasar inadvertida para nadie porque significa, nada más y nada menos, que los vicios de la corrupción que tanto daño han causado por estos lares son perfectamente derrotables.

Tenemos una nueva y gran oportunidad de salir de la trampa del desempleo, de la pobreza y de la inseguridad, para aprovecharla necesitamos jugadores de primera línea en materia de preparación y honestidad, visionarios, limpios y desligados de compromisos nocivos para el futuro de la ciudad.

Superada final y felizmente la temporada electoral la economía se reactiva con nuevos bríos que impulsan su círculo virtuoso, ya lo habíamos anticipado con acierto, según lo mostramos acá en una breve nota sobre el comportamiento del Índice de Confianza del Consumidor.

Carmen Elisa Ortiz Caselles Gerente General