Nunca antes habíamos iniciado un nuevo año con unas sensaciones bien diferentes a las que hemos tenido en eneros anteriores. Con una mezcla un poco agridulce producto de un cóctel que contiene ingredientes emocionales bien particulares. En primer lugar, alegría por haber terminado el fatídico 2020. Al punto que la célebre canción compuesta por Crescencio Salcedo en 1953, que dice “yo no olvido el año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas”, podría sonar hoy como un chiste de muy mal gusto.
A nadie le dejó cosas muy buenas, fue, sin duda, un año de desgracias para todo el mundo, literalmente hablando. Por cuenta de la pandemia se perdieron muchas vidas de seres queridos, amigos apreciados y conocidos admirados. Igualmente, la afectación de la economía fue muy grave, con la consecuente pérdida de empleos e ingresos debido a la quiebra y al cierre de miles de negocios en todos los sectores de actividad económica.
Por ello el segundo ingrediente importantísimo de este cóctel de año nuevo es la esperanza que se deriva del inicio de la vacunación en todo el planeta. Asegurar la salud y la vida es, lógicamente, el objetivo primordial a lograr lo más temprano posible. Ningún país aguantaría otro año de incertidumbre y penurias como el que acaba de terminar, por ello el tercer ingrediente, la fe, se convierte en un factor determinante para que ese cóctel quede completo.
Tenemos que tener fe en que nuestros gobiernos, tanto a nivel nacional como local, procurarán asegurarnos el suministro rápido de la vacuna, como también fe en que la población aprenderá a acatar las directrices dadas para mantener a salvo la salud pública.
Mientras con una mano enjugamos las lágrimas por lo perdido, con la otra debemos trabajar sin descanso en la reconstrucción del dinamismo de la economía local y nacional. Ese es el reto, hay que enfrentar con entusiasmo cada día para reactivar y recuperar mercado. Valores sociales repotenciados nos deja esta dura experiencia, tales como la solidaridad, la responsabilidad ciudadana y el amor por la familia. Ellos serán presupuestos sobre los que habremos de edificar nuestro futuro, en la seguridad de que veremos unos resultados extraordinarios en muy poco tiempo.
Regresarán muy pronto los buenos tiempos para todos y la experiencia vivida nos permitirá aprovecharlos mucho mejor. Si la secuencia histórica se cumple, solo hasta dentro de cien años en el mundo podría darse otra experiencia como esta. De manera que tenemos que aprovechar sabiamente la salud y la vida que logramos conservar. Hasta que se presente una próxima pandemia tendremos cien años para recuperarnos, fortalecernos y crecer.
En Unicentro Cúcuta nos hemos preparado muy bien para ese nuevo impulso que el comercio necesita. Nos hemos dado una especie de refresh mental e institucional con el que colectivamente habremos de continuar siendo los mejores.
Carmen Elisa Ortiz Caselles
Gerente Gerenal