Arranca el año con muchas expectativas para todos, especialmente para quienes trabajamos, pagamos impuestos, echamos gasolina, en fin, para la inmensa mayoría de los colombianos.
Nada parece estar muy claro para nadie, especialmente en el tema de la salud, que es tan importante para los colombianos, que hace casi veinte años vivimos una relativa tranquilidad. Nadie ha pedido cambios drásticos en esta materia, sin embargo, a un pequeño grupo – que no pasa de veinte personas – se le ha ocurrido que hay que hacerlos a como dé lugar. Así sea mintiendo en algo tan serio como esto. Las otras reformas no son menos graves, pero igualmente no afectan tanto a la población, ni de manera tan directa.
Quizá no sepamos ni ahora ni nunca si el gobierno aún mantiene sus pequeñas mayorías, pero lo cierto es que las tuvo y por ello ganó. A los demócratas solo nos queda acatar las disposiciones oficiales que de él provengan, así no las compartamos, cosa bien difícil de digerir.
Será un año bien complicado. Siempre decimos lo mismo, pero éste será, sin duda, especialmente complicado. Las reformas quedaron pendientes para la legislatura que comienza, por fortuna no estamos en un periodo electoral, lo que sería una combinación espantosa. De todo ello nos queda una especie de lección clara para todo el mundo: vivimos en un país bien inmaduro. Estamos lejísimos de tener la visión y la acción propias de un país como Alemania o Canadá.
Vamos algo atrasados, pero vamos. Colombia es un país del que alguna vez nos sentiremos orgullosos. Esa seguridad nos anima y nos da cierta confianza en el porvenir.
Carmen Elisa Ortiz Caselles
Gerente General