El amor es inexplicable, tiene cosas que nos recuerdan muy bien aquella tonada venezolana llamada “Caballo viejo”. No sabes cuándo va a pasar, cómo va a suceder o quién se va a cruzar en tu camino. ¿Será posible tener ese sentimiento con alguien que te dobla la edad? Seguramente sí, aunque muchos piensen que hay intereses de por medio. Estamos seguros de que alguna vez te has cruzado con una pareja por la calle en la que uno de sus miembros tenía bastante más años que el otro y has pensado: «se está aprovechando, están juntos por dinero o es abusiva».
Una joven a la que Cupido lanzó sus flechas y encendió la llama del amor con un hombre que doblaba sus años cuenta que: apenas había pasado un año desde que me gradué en la universidad cuando lo conocí. Estaba en una desordenada fase intermedia porque me sentía mitad adulta mitad niña, con los ojos muy abiertos, tratando de descubrir con torpeza cómo muchos de sus amigos se habían comprometido recientemente con sus parejas de la universidad. Ella estaba soltera después de salir de una relación de cuatro años al darse de cuenta de que no era la persona con la que quería casarse. «Románticamente hablando era una pizarra totalmente en blanco, me sentía completamente insegura con lo que quería. En ese momento decidí poner toda mi energía en mi incipiente carrera e intenta descubrir el juego del amor más tarde».
«Luego llegó él. Alto, desafiante, inteligente, irritantemente guapo…y me doblaba la edad. Ya le conocía. Vivía en una ciudad relativamente pequeña en ese momento, ambos teníamos un amigo común y éramos asiduos al mismo garito de la ciudad. Le encontraba atractivo, pero sabía su historia (divorciado con dos hijos) y tenía cero intenciones de buscar una amistad y mucho menos una relación tórrida. Después de nuestra primera conversación real, supe que tenía problemas profundos». Siempre imponía sus decisiones porque decía que al ser mayor sus experiencias eran más importantes
El golpe fue rápido y fuerte. Su madre no lo aprobó y sus amigos, aunque en su mayor parte lo apoyaban, estaban perplejos. «Pero no pude evitarlo. Me cautivó. Tenía historias fascinantes y miraba el mundo desde un ángulo completamente nuevo para mí. Era más de veinte años mayor, pero nunca lo pensé fríamente. Su espíritu era joven. Hablábamos hasta el amanecer, bailábamos toda la noche. Nunca había tenido a una persona que me hiciera sentir así», confiesa.
«Siete años más tarde estoy comprometida con un hombre de mi edad. No me abre la puerta del coche siempre y dividimos nuestras cuentas 50/50. Hay veces que pone de su parte y otras que se mantiene firme. Es apasionado, trabajador y tiene grandes sueños, pero nunca me ha hecho sentir inferior en nada en su vida. Ahora sé que es lo que quiero y lo que no», concluye.