Organizando mis notas para la conferencia “Marcas que marcan” recordé cómo un trabajador puede dejar una marca imborrable cuando eleva su trabajo a una dimensión sublime. Una muestra de ello, son los colaboradores de un importante grupo empresarial, que en los encuentros de formación comprendieron que su misión no era barrer las calles sino hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. Y esa dimensión era más evidente cuando uno de ellos vestía un dummie corporativo y logrando que el muñeco cobrará una vida especial, algo que no sucedía cuando otro colaborador caracterizaba al personaje, sencillamente, porque el último pensaba que su trabajo era simplemente vestir el traje.
Con esa reflexión quiero invitarlo a que se identifique con una de las siguientes opciones que van más allá de la habitual clasificación de la motivación de un colaborador que, por múltiples estudios, ya sabemos que no a todo el mundo lo motiva el dinero, sino aspectos como reconocimientos no económicos, oportunidades de ascenso y progreso, y hasta un buen lugar para trabajar o buenos compañeros. Esta lista de opciones está más encaminada en la actitud, esa que determinará por siempre, tu altitud, y que, según Harvard, es la razón del éxito de los ejecutivos más importantes del mundo. Así que manos a la obra.
En el primer grupo están los “Resistentes”, que se caracteriza por ir al trabajo porque les toca y buscan cualquier excusa para no hacerlo. El segundo, en la evolución, es el “Apático” que cada mañana llega a su trabajo, porque le parecería malo no ir, es más, siente algo de culpa si no hace sus labores diarias, pero no hace más de lo que le toca. En el tercer grupo están los “Conformes”, que le descubrieron el gusto a su labor, y de alguna manera, les parece bueno servir a los demás llegando, inclusive, a considerar que lo que hacen es importante. El cuarto es el “Comprometido”, pues, su evolución lo lleva a entender que su misión no solo es servir a otros, sino que puede crecer como persona y profesional, hacer relaciones, y en general, puede aprender y conocer viendo su, día a día, como un desafío personal.
Y, por último, está el “Apasionado”, quien, además de las razones del nivel anterior, tiene propósitos que van más allá de las paredes de su empresa y da lo mejor como una muestra de sus capacidades.
Ahora, ¿cuál de estos personajes, podrá ofrecer un mejor servicio y adaptarse más rápido a los cambios? Parece lógica la respuesta, pero, quien tiene más propósitos en la vida que simplemente desarrollar una tarea, podrá encontrar más facilidades para adaptarse y crecer. Ahora, aquí lo importantes es que tú, en tu posición de jefe, gerente, director, supervisor o coordinador, primero sepas en qué nivel estas, de esa manera podrás idear un curso de acción para motivar al resto de la gente que tienes a cargo a descubrir la dimensión sublime de su trabajo.
El reto es poner en práctica las inteligencias: intelectual (IQ), emocional (EQ) y social (SQ), pero, especialmente, la del cambio formulada por Stephen Hawking (CQ), que nos permite tener la habilidad de adaptarnos al cambio y poder evolucionar.
Por: Juan Carlos Quintero Calderón