A nada le tememos más los padres que al inicio de la etapa de la adolescencia en nuestros hijos. Es cuando dejen de ser niños y comienzan una etapa generalmente indefinida en la que tienen comportamientos en los que cada vez reclaman mayor autonomía, es cuando ya quieren soltar amarras y hacerse a navegar sin rumbo fijo
Sea porque la vivimos en nuestro momento o sea porque se tienen hijos o familiares en dicho momento de desarrollo, todos sabemos que la etapa de la adolescencia es una etapa complicada de vivir. Durante este periodo de desarrollo y maduración aparecen conflictos en la relación entre padres e hijos, o entre adolescentes y adultos en general. La rebeldía en la adolescencia hace difícil la relación entre los más jóvenes y los adultos.
Pero aunque a veces puede ser frustrante para ambos “bandos”, no es algo extraño ni malo: una gran mayoría de personas ha tenido en algún momento algún tipo de fase rebelde y desafiante para con lo establecido, siendo algo no sólo frecuente sino también sano para el desarrollo de la propia identidad.
Adolescencia:
La adolescencia es el período de maduración y crecimiento más relevante de nuestro desarrollo, siendo esta etapa el paso hacia la edad adulta desde la infancia y transcurre aproximadamente entre los once y los veinte años de edad.
En la adolescencia llega la pubertad y el cuerpo empieza a sufrir una transformación acelerada. Aparecen los caracteres sexuales, nos cambia la voz, nuestro tamaño y fuerza aumenta en gran medida y se producen grandes cambios hormonales que alteran nuestro estado de ánimo y nuestra conducta.
se empieza a dejar atrás la etapa infantil y empieza a exigirse cierta responsabilidad sobre los propios actos, comenzando a dar cada vez más importancia a las relaciones sociales.
Los padres dejan de ser vistos por el adolescente como seres perfectos a pesar de que se sigue siendo dependiente de ellos. Se produce por lo general cierto alejamiento de la familia y las amistades pasan a focalizar la atención y la preferencia del futuro adulto.
El modo de pensar cambia como efecto de los cambios madurativos cerebrales y de los cambios psicosociales derivados de ellos. Va a ser durante el transcurso de la adolescencia en que se desarrollan gran parte de las funciones ejecutivas, tales como la capacidad de planificación, orientación a metas, iniciación del control y la inhibición de la conducta, la organización de la propia actividad o flexibilidad mental.
Es también una etapa de exploración: se van abriendo nuevas posibilidades y aparece una mayor apertura y búsqueda de experiencias. Asimismo, poco a poco se va a ir generando la identidad según se van explorando diferentes patrones conductuales y seleccionando los valores nucleares que van a conducir nuestra conducta.
La adolescencia puede llegar a ser muy angustiante y generar una gran tensión en quien la sufre, pudiendo reaccionar con cierta hostilidad y siendo habitual que aparezca cierta rebeldía.
Causas de la rebeldía en el adolescente
1. Cambios biológicos y hormonales
Parte de la rebeldía presente en el adolescente tiene un origen biológico (si bien ello no debe servir de justificación para conductas indeseables). Por un lado, el cerebro y especialmente el lóbulo frontal y especialmente el prefrontal aún no están completamente desarrollados.
La estimulación de neurotransmisores como la dopamina, algo que promueve la experimentación y la búsqueda de sensaciones placenteras (siendo algo que favorece por ejemplo la toma de actitudes arriesgadas y peligrosas para la propia salud).
Además de ello, también debemos tener en cuenta la presencia de cambios hormonales: la testosterona está asociada a un aumento de la competitividad y la agresividad, mientras que los cambios hormonales que se dan durante el ciclo menstrual (que aparece en la pubertad) pueden generar con mayor facilidad irritabilidad y cambios en el estado anímico.
2. Pensamiento egocéntrico
Otro de los motivos de la rebeldía adolescente es la asunción de un pensamiento egocéntrico típico de la edad: el adolescente se cree invulnerable y omnipotente, estando excesivamente confiado en sus propias ideas y presentando sesgos que disminuyen la importancia de información contraria a ellas.
3. Búsqueda de autonomía y creación de la identidad
Otra de las principales causas de la rebeldía es la búsqueda de autonomía y de la creación de la identidad personal. El adolescente está en una etapa en que necesita experimentar para poder determinar quién es.
4. Confusión
El adolescente está en medio de en una etapa de cambios y contradicciones continuas: no es niño pero no es adulto, se le exigen responsabilidades que hasta ahora no existían y aunque quiere autonomía también sigue queriendo el afecto del entorno familiar. Tiende a sentirse incomprendido y su rebeldía puede aparecer como respuesta ante dichas contradicciones y sensaciones.
5. Conflictos interpersonales y sociales
En medio de semejante maremágnum de cambios de toda clase empiezan a darse las primeras relaciones de pareja y la vida académica se hace más exigente, algo que puede ser frustrante.
6. Problemas más severos
No podemos dejar de lado la posibilidad de que aparezca rebeldía o irritabilidad en respuesta a situaciones aversivas o dolorosas que no son las habituales. Por ejemplo, la vivencia de acoso escolar, consumo de tóxicos, abusos de algún tipo o el padecimiento de algún problema de salud mental como la depresión.
¿Qué hacer ante la rebeldía?
Lo primero a tener en cuenta es que es en realidad positiva ya que a la larga les va a ayudar a encontrar su propio camino de manera independiente. El hecho de que existía rebeldía no implica que deje de querer a su entorno o que haya dejado de necesitar de su protección.
Con los adolescentes tenemos que volvernos muy empáticos para entender los profundos cambios que están sufriendo. La comunicación fluida entre entorno y adolescente es muy importante, no se trata de forzarle a hablar si realmente no quiere, sino de hacer ver que se está dispuesto a escuchar. Compartir la propia experiencia es de gran utilidad, a fin de cuentas todos los adultos hemos pasado por esa etapa.
Más importante que hablar es escuchar, siendo relevante que el menor se sienta escuchado. El adolescente ya no es un niño y su opinión debería ser tenida muy en cuenta, además de que una escucha activa favorece la expresión de miedos y dudas que otro tipo de actitudes no permitiría.
Las amistades han pasado a ser una de las influencias más importantes en el adolescente, por ello debemos procurar no ser autoritarios y respetar la libertad y autonomía del adolescente. La prohibición o el castigo injustificado solo generarán reactancia y una posible desobediencia más marcada. Eso sí, que la rebeldía sea hasta cierto punto buena no debe cruzar ciertos límites: no deben tolerarse faltas de respeto evidentes ni agresiones, y el hecho de negociar no implica ceder a cada cosa que desee.