Dicen que la inteligencia es la virtud más j u s t a m e n t e repartida porque cada cual está contento con lo que le tocó. Nadie, o casi nadie, se cuestiona al respecto y trata de hacer algo para mejorar su IQ (coeficiente intelectual).
Pero lo que sí podemos hacer es estimularla para que logre un mayor desarrollo en nuestros hijos y nietos. Para esto es bueno considerar varios aspectos.
Por mucho tiempo se creyó que ser inteligente sólo se demostraba jugando con las matemáticas o dominando la química y la física. Sin embargo, en años más recientes el concepto ha variado reconociendo otras formas de tal cualidad. Vamos a compartir algunas características y consejos sobre el tema.
Aprender a leer temprano
Esto es de una importancia capital. Para lograr un buen nivel de desarrollo de las neuronas estas deben ser ejercitadas a la más temprana edad posible. Entre los miles de estudios realizados sobre inteligencia se destaca como razón principal este punto.
Aprender desde muy niños – ojalá bebés – a interrelacionar letras y sílabas y encontrarles significado es el mayor y mejor entrenamiento posible para el propósito de desarrollar inteligencia.
Tomar clases de música, aprender a tocar algún instrumento.
Muchos estudios de importantes centros de investigación coinciden en apreciar la relación que existe entre la música y el desarrollo cognitivo por el potente estímulo que reciben las neuronas al jugar con la lógica de la escala en la armonía y la melodía.
Estudiar música en la infancia o en la adolescencia ayuda a desarrollar multitud de capacidades, cognitivas e intelectuales, que influyen en el desarrollo posterior de las personas. Antes de karate o golf, ponga a su hijo a estudiar música, no solo logrará más inteligencia sino un alma más noble.
Algo vago y distraído en clase
Los niños muy inteligentes confían demasiado en su cualidad y piensan que no necesitan los protocolos de tareas que parecen diseñados para quienes no lo son tanto. Saben que su ingenio brotará cuando se requiera y por ello no necesitan memorizar ni tomar apuntes, les basta con prestar atención a lo que creen importante. Pero esto en exceso puede darles dolores de cabeza, nunca cae mal una ayuda de memoria. Sin embargo, es un error reprenderlos y forzarlos a adoptar los formatos de sus compañeros normalitos. Los chicos – y chicas – muy inteligentes pueden permanecer durante horas sin hacer nada, inmersos en sus propios pensamientos.
Son desordenados
Es indiscutible: el desorden se asocia a la inteligencia. Albert Einstein, decía que “si una mesa abarrotada es síntoma de una mente abarrotada, entonces ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío?” De manera, señora, que deja su insistencia y regañadera por el desorden en la habitación de su hijo y dele gracias a Dios por tener consigo a alguien muy creativo, generador de nuevas ideas. Los chicos así tiene un gran orden dentro de su desorden, siempre saben encontrar cada cosa.
Dudas de tu conocimiento
Jorge Luis Borges decía que la duda es sinónimo de la inteligencia. Los tontos son los que más conformes están con los conocimientos que tienen en su haber, mientras que las personas inteligentes ansían siempre satisfacer su infinita curiosidad, validándose así aquello de que cuanto más conocemos más nos damos cuenta de que nos queda mucho por aprender.
Poco sociables
Según el British Journal of Psychology, las personas inteligentes tienen mayor tendencia a ser solitarias, de manera que no es cuestión de tener pocas habilidades sociales sino mucho IQ. A mayor inteligencia menor deseo de socializar porque se siente que se desperdicia el tiempo alrededor de asuntos y temas intrascendentes, lo que les genera mucha insatisfacción. Quizás esto sea una de las grandes desventajas de ser muy inteligente, mientras que la gente con niveles considerados estándar, la gran felicidad está en pasar muchas horas de tertulia sobre trivialidades en cafés con los amigos.
Según los investigadores tener frecuentes compromisos sociales desvía la atención de las cosas que las personas con una inteligencia superior a lo común están haciendo y estas interrupciones les privan de trabajar en lo que les interesa, influyendo negativamente en su percepción de la felicidad. Se ha analizado que la gente inteligente está más evolucionada que el resto en cuanto a atención de sus necesidades básicas y forma de resolución de problemas, por lo que no sienten la misma necesidad de compañía que los demás. Esa diferencia de prioridades no significa que sus amigos y familiares no les importen, sino que simplemente funcionan diferente.
Parecen divertidos
Aunque suene bastante paradójico frente al punto anterior, las personas inteligentes también suelen tener un sentido del humor que hace reír a los demás, casi siempre por ingenioso e inesperado, además de que saben reírse de sí mismos mejor que la población estándar. Como es de esperarse, sus apuntes demuestran una gran chispa, ingenio y repentismo, lo que les hace muy divertidos, además sus chistes son de una gracia exquisita.
Varias pruebas de inteligencia hacen que el paciente lea noticias y vea caricaturas y fotografías para luego proponer un título para el tema. En los resultados siempre se detecta que las líneas más graciosas son de los estudiantes con altos puntajes en las pruebas de IQ