La historia oficial que nos enseñaron acerca del descubrimiento de América no parece corresponder fielmente a la realidad. Hay que comenzar por admitir que los primeros visitantes no fueron los españoles sino los asiáticos, los chinos, de cuya unión con los aborígenes del continente provienen los aztecas, los mayas y los incas. Quizás ello explica el adelanto de estas civilizaciones, con sus avanzados conocimientos de astrología, astronomía, sus pirámides, sus sistemas de riego y de siembras.
No en vano la nación más desarrollada del planeta hace mil años era China por su muy avanzada tecnología para la producción agrícola con máquinas sembradoras asombrosas para la época, con un poderío militar sustentado en su enorme población y el monopolio de la pólvora – inventada por ellos en el siglo IX – y con una industria naval que le hacía tener gigantescas flotas de barcos de gran tamaño con los que viajaban por todos los mares. Fue una decisión religiosa la que en la segunda mitad del siglo XIV le hizo cancelar su política expansionista (creían que tanto progreso ofendía a su Dios), pero para entonces hacía muchísimos años habían llegado a América.
Por su parte, los vikingos, navegantes impenitentes y osados ocuparon Terranova y Groenlandia, al norte de Canadá por casi 500 años, entre 980 y 1408, donde dejaron ciudades y granjas abandonadas por cambios drásticos de la temperatura. Colonización o pillaje? Existe una gran diferencia entre la conquista y colonización española y la inglesa.
La corona española por varios años solo autorizaba el viaje de hombres, quienes en su gran mayoría eran convictos que cambiaban sus penas en España por el servicio de pillaje en los territorios conquistados a favor del fisco español, muy afectado por la guerra sostenida para expulsar a los moros que les habían invadido por casi medio milenio. Mientras que la colonización de Norteamérica, por parte de los ingleses, se dio con familias enteras que vinieron a asentarse fundando ciudades con las costumbres y valores morales de la iglesia protestante.
La ambición de los ingleses era adueñarse de las tierras para establecer colonias y hacer explotación agrícola. Para ello eliminaron a gran cantidad de indígenas sioux, apaches, cherokees, pielrojas, cheyennes, chesapeakes, navajos, comanches y otras tribus más. Mientras tanto, la ambición que animaba a los españoles no era otra que el robo y el abuso sexual. El llamado Virreinato de la Nueva España, en México, eliminó sanguinariamente a no menos de 20 millones de indígenas aztecas y mayas y la destrucción total de su rica cultura. Otro tanto sucedió con incas, chibchas, caribes y otros. La conquista española constituyó un “altericidio”, si así puede llamarse al crimen de alterar abruptamente todo el orden social y económico prexistente en América.
Cristóbal Colón, cuyo nombre real era Cristóforo Colombo, era un genovés – italiano -, intrigante, adulador, “lagarto” de la corte, que por muchos años intentó vender su proyecto de navegar a la India en el sentido este-oeste para evitar los choques con los musulmanes, a quienes acababan de expulsar de España. En algún momento convenció a la reina española de jugarse los restos financiando esta expedición que salvaría a la corona de la ruina inminente, al establecer una nueva ruta para el comercio perdido con Oriente.
Pero para España esta expedición nunca revistió especial importancia porque no le creían al promotor del proyecto, de manera que no es cierto eso de que la reina empeñó sus joyas para apoyarlo. De haberla tenido le habrían dado a Colón los títulos y las cartas que lo acreditaran ante la corte de Cipango y, más aún, ante el Gran Kan, cuya existencia era conocida gracias a los viajes de Marco Polo, que ya tenían dos siglos de acontecidos, pero jamás le creyeron que llegaría a Oriente. En lugar de ello simplemente lo nombraron Almirante de la Mar Océano, título rimbombante pero vacuo.
De hecho el apoyo dado por la Corona fue bien discreto y se aprecia en que el viaje se hizo con tres naves de muy reducido porte frente a otras de la época (dos carabelas y una nao algo más grande). Quienes realmente financiaron la aventura fueron Luis de Santangel, un judío nacido en Aragón que invirtió medio millón de maravedíes, y los hermanos Pinzón, acaudalados armadores que pusieron otro tanto. Todos ellos vieron en esto una oportunidad de negocio repartiéndose el botín de lo hallado en el viaje propuesto para llegar a Cipango (Japón), la tal nueva ruta a India poco les importaba pues no creían mucho en los cálculos de Colón. Que, por cierto, estaban muy errados: la circunferencia
de la tierra es más del doble de lo que él estimaba!
La primera tierra que hallaron fue una pequeña isla de las actuales Bahamas (Guanahaní) adonde jamás volvieron, su afán era llegar a Japón (Cipango), donde esperaba encontrar mucho oro. De manera que para los españoles América fue una equivocación, como lo señaló Enrique caballero Escovar en su célebre libro en el que destaca que no se trató del enfrentamiento de dos pueblos sino de dos modelos mentales: el renacimiento vs el neolítico, más que del encuentro de dos culturas. Somos el resultado de una cadena de errores de cálculo desde cuando se presupuestó el primer viaje. La búsqueda de El Dorado era el único norte y propósito de los conquistadores, lo cual contrasta con la motivación del proceso colonizador dado en Norteamérica.
Ni siquiera la fecha del descubrimiento es real: América fue vista por los españoles por primera vez el 13 de octubre y no el 12. El número 13 era sinónimo de mala suerte y como el 12 de octubre era la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, patrona de los Reyes Católicos, y ese año caía en viernes, día de la pasión de Jesús, el almirante habría cambiado la fecha a su antojo para congraciarse con sus benefactores.
Colón podrá haber sido todo lo buen navegante que se quiera pero fue un estafador y corrupto gobernante. De lo primero dan fe quienes fueron sus compañeros de la expedición inicial, a quienes les consta que el primero en avistar tierra fue Juan Rodríguez, nacido en Triana y por ello llamado Rodrigo de Triana, lo que lo hacía el legítimo ganador del premio establecido de diez mil maravedíes para el primero en lograrlo, pero Colón, con insaciable ambición, dijo que había sido él quien el día anterior la había visto y se guardó el premio para sí. De lo segundo la prueba es más contundente:fue destituido como gobernador de Santo Domingo y devuelto preso a España por haber montado, junto con sus hermanos, una especie de reinado familiar que se robaba todas las ganancias y maltrataba a los habitantes.
Cristóbal Colón nunca supo de la magnitud de lo que había descubierto, al año siguiente de su muerte el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller le dio nombre a estas tierras en honor a Américo Vespucio, quien sí comprendió que era un continente desconocido.